Los Rolling Stones ofrecieron un espectáculo impresionante de música y luz en el Estadi Olímpic. Foto: TONI LIMONGI

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Siguen siendo los más grandes. El concierto que protagonizaron el domingo pasado los Rolling Stones en el Estadi Olímpic de Barcelona no decepcionó a la expedición de mallorquines que, con un viaje organizado por Sa Nostra, devolvió la ilusión por el buen rock'n roll.
La comitiva «stoniana» partía el sábado 28 poco después de conocerse el triunfo del Mallorca. A las 03.00 horas se comenzaron a concentrar los primeros fans de Richards y Jagger en Son Sant Joan. Algunos venían con camisetas rojas, pero con el espíritu embriagado por canciones como «Jumping Jack Flash» o «Honky Tonk Woman».
El avión llegó a primeras horas de la mañana a la Ciudad Condal. Entre bostezos, la gente se dispersó para conocer una urbe dominada por miles de Harleys Davidson. Después de una jornada agotadora, llegó el momento de la verdad. El concierto comenzó con unos Pretenders muy modestos. El estadio, abarrotado, congregaba a unas 60.000 personas ansiosas por ver a sus ídolos.
El «show» dio su inicio sobre las 22.00 horas. Un momento glorioso: el mallorquín Pau Tomás, acompañado por su novia, Catalina Mascaró, tocó el cielo cuando recogió una de las baquetas que Watts -el bateria del grupo- había lanzado al aire. Para Tomás, «el momento álgido del concierto fue cuando hicieron la versión de 'Like a rolling stone'de Dylan». Joana Dolç destacó el final, «con los fuegos artificiales». Pau Llinás flipó con la luminotecnia del número de «Simpathy for the Devil». Ya de vuelta, a las 04.00 de la madrugada del lunes, Hugo Rodríguez estaba totalmente agotado, durmiendo en el aeropuerto. Poco antes había comentado que el concierto había sido una «satisfaction».