La amistad entre Steve Lacy (Nueva York, 1934) y el artista Jim
Bird (Bloxwich, 1937) se remonta a quince años atrás, en París. Si
Wayne Shorter admitió que «cualquiera que toque el saxo soprano se
inspira en Steve Lacy», el magistral saxofonista no duda en
reconocer el influjo que el arte ha impreso en su música. Se
definió, en Santa Maria, como «un gran apasionado de la pintura».
Y, de la misma forma que su música «ha influido fuertemente en mi
pintura y en la de otros de mi generación», según palabras de Jim
Bird, también el arte de los expresionistas abstractos americanos,
con los que Bird está históricamente involucrado, ha dejado huella
en las numerosas composiciones de Lacy, a veces muy directas y, en
muchos casos, rigurosamente abstractas.
Así, este músico, de quien se dice que es la principal voz de la
era moderna en su instrumento y uno de los mayores
instrumentalistas del jazz de todos los tiempos, un hombre que
colaboró en el primer álbum de Cecil Taylor, el histórico «Jazz
Advanced» (1956), que fue discípulo de Thelonious Monk y
colaborador de la Monk Big Band and Quartet, y que dio nombre al
Steve Lacy Sextet, se pronunció en Mallorca sobre la necesidad de
poseer «una gran calidad técnica, para, a partir de ésta, poder
transgredir el lenguaje». «La música no es un obsequio que nos
venga dado. Nosotros no determinamos la música, sino que ella nos
determina a nosotros. Yo siempre he perseguido la música y no ella
a mí. Esto es algo que descubrí algo tarde, cumplidos los 38»,
afirmó.
En un punto álgido de su conversación, grabada en vídeo por
Mariano Baselga, Steve Lacy y Jim Bird convinieron en la
importancia de los silencios, tanto en la música como en la
pintura. Y mientras el compositor dijo encontrar el silencio en su
interior y hacer de éste una parte imprescindible de su música,
entre las notas o las frases musicales, Jim Bird afirmó que «de la
misma forma, el pintor realiza un gesto y lo deja en manos del
silencio, sin hacer nada más, hasta que, pasado un tiempo, puede
observar que ese gesto ha empezado a hablar por sí mismo». Por su
parte, Francesc Verdú añadía que «el silencio te permite descubrir
otro mundo, de emociones». Hubo acuerdo entre ellos en que «los
silencios» son muy importantes para la creación: «El tiempo en que
aparentemente nada haces es tanto o más creativo que cuando estás
activo».
El diálogo ha servido de preludio al concierto que, a beneficio
de la Fundació Dorothy & Jim Bird, ofrecerán Steve Lacy y su
esposa, la vocalista y violonchelista Irene Aebi en sa Màniga, de
Cala Millor, en una fecha aún no determinada. Un concierto dividido
en dos partes: en la primera, Steve Lacy tocará en solitario,
uniéndosele en la segunda parte la voz de Irene Aebi, para
desgranar juntos sus mejores temas. La conversación entre Lacy,
Bird y Verdú ha servido, no sólo de introducción al concierto, sino
para enmarcar ese mundo creativo que engloba la pintura, la poesía
o la música. De forma significativa, Steve Lacy quiso cerrar la
velada empuñando su saxofón de soprano y, con él en la mano,
recitar el poema de Herman Melville titulado, precisamente, «Art»,
para acto seguido conferirle la fuerza y la expresividad de su
música.
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