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MARTÍN GARRIDO BARÓN
Son las cuatro de la tarde y en e hal del Teatre del Mar hay un grupo de ocho hombres y mujeres ansiosos por cambiar su indumentaria de la calle por ropas más holgadas y cómodas. El motivo que los ha traído hasta aquí no es sino el curso intensivo de teatro que hace unos días, y de la mano del rumano Gabor Tompa, comenzaron en este mismo lugar.

La mayor parte de estos alumnos, ocho, más concretamente, ya tienen una buena formación teatral, algo que no impide que tengan tantas ganas de ponerse manos a la obra y de aprender como sus compañeros menos iniciados.

Más tarde, frente al escenario débilmente iluminado, Gabor Tompa explica los objetivos del día, que, como en anteriores sesiones, tratará sobre la inmortal obra de Shakespeare «Hamlet», una obra con millones de matices. «No hay que olvidar que Shakespeare era un hombre de teatro», explica Tompa, «un actor que escribía para la escena. Sus obras no son literarias, sino que únicamente tienen sentido cuando se representan».