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La cita era con el color. El lugar, la galería Joan Oliver «Maneu». Allí, Rosa Ginart presentaba en sociedad sus juegos con los amarillos, los rojos o los verdes. Una exposición, la primera individual, que se incluye dentro del programa «Noves presències» del Consell y que contó con un numeroso público que no quiso perderse la inauguración. Familiares, amigos y conocidos arroparon a la pintora en su debut. Un debut que contó con la presencia de Catalina Sureda, directora general de Cultura del Govern, y con Dolça Mulet, consellera de Cultura del CIM. Ambas se estrenaban como responsables de cultura de las dos instituciones, un hecho que pareció unirlas ya que se las pudo ver conversar entre ellas animadamente.

Vestida de negro, Rosa Ginart saludaba a unos y otros. Parecía contenta por la respuesta. De fondo, sus cuadros, un juego entre la mancha y el rostro humano, siempre ganando lo primero, repleto de color, la base de su pintura y su punto de partida. Todos los presentes comentaban las obras, incluso se acercaban bien cerca para poder contemplar mejor las piezas. No había que perderse ningún detalle, por más pequeño que fuera.

El calor húmedo dominante en el exterior de la galería, obligaba a los asistentes a acudir a hidratarse nada más entrar en el recinto. Los más atrevidos optaron por el champán y, los menos, por el agua. Para comer, coca de trampó, todo un clásico. Y, entre pincho y pincho, nada mejor que disfrutar de una buena charla. Una charla que, probablemente, incluía hablar sobre cómo juega Rosa Ginart con los colores.