Guillem Nadal, ante uno de los dípticos que pueden verse en la exposición. Foto: TERESA AYUGA

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Para Guillem Nadal lo interesante siempre es «el trabajo en el taller». Allí, «cada una de las piezas está interconectada como la tela de una araña». Después, fuera, en la sala de exposiciones, «se convierten en seres individuales, en objetos». En cuadros e instalaciones que protagonizan montajes como «Terra», la muestra que hoy se inaugura en el Centre Cultural Contemporani Pelaires.

«No puedo separar mi arte de lo que soy, todo corresponde a mi vida dentro de mi espacio de creación». En esta ocasión, su obra se ha basado «en la tierra como material, como nombre visceral de lo orgánico». Cada uno de los cuadros incluye «una doble dualidad» que se expresa a través de «dípticos, trípticos y polípticos». «Es la repetición infinita de la misma idea». Una idea que se expresa a través de «formas nacidas de los dedos, encargados de pintar el lienzo y dotarlo de visceralidad» y de «los puntos que crean un territorio». Es decir, el caos y el orden, «dos elementos enfrentados y paralelos que no pueden vivir el uno sin el otro».

En total, se presentan unas 24 piezas y dos instalaciones, «Illes» y «La pluja negra». Estas últimas, «no representan nada en concreto porque el arte no puede representar una cosa directamente, sólo permite mostrar sensaciones». Son «un viaje personal», piezas que surgen «de manera caótica pero que tienden al orden». El objetivo de todo: «Buscar espacios desconocidos que no existen, lugares utópicos».