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Dibujos pequeños, dibujos grandes, siempre sobre papel y, siempre, buscando «conservar la intimidad» con que se crearon. Hernández Pijuán inaugura, esta noche en el Centre Cultural Contemporani Pelaires, una muestra repleta de «autorretratos». «Mis piezas me definen, me veo reflejado en ellas porque son muy personales», afirmó.

El pequeño formato sirve a Pijuán para crear un ambiente «más próximo, más poético». Los grandes, se acometen «con una distancia mayor». Aún así, la intención del artista es «mantener la cercanía» tanto con unos como con otros. El papel, el medio escogido en esta ocasión, permite esa intimidad, sobre todo por «su ductilidad».

La muestra está compuesta por obra de 2003. En común, «la utilización de pocos elementos». «Necesito pocas cosas para poder vivir, una circunstancia que se traslada a mi pintura». De esta manera, la sencillez es el factor que une los diferentes dibujos. Unos dibujos que parten de la naturaleza. «Me gusta pasear por el campo. La naturaleza, las casas de campo, las flores, todo me provoca unas sensaciones que, después, acaban convirtiéndose en un cuadro». El resultado, «elementos de la realidad totalmente transformados» que han ido conformando su estilo, su «orden personal», basado en la simplicidad de elementos.

«Me cuesta ver mi obra terminada, suelo creer que está demasiado desnuda y que no es buena». Por eso, «debe reposar unos días» para decidir si cree en ella o no. Además, con el tiempo, Pijuán es más estricto con sus piezas. «Siempre quiero hacer algo diferente a lo que normalmente hago porque, si no, me da la sensación de que me repito». Pero, «es muy difícil romper con uno mismo». «El arte tiene que ser como la vida, hay que dejarse llevar e ir encontrándose con cosas interesantes». Descubrir los nuevos elementos es más «una cuestión de azar» aunque, para conseguirlo, «hay que estar preparado». «La pintura hace círculos, siempre se repite».