El compositor Daniel Ambrojo en Rustic, su estudio en Son Sardina. Foto: PERE BOTA

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Aunque trabaja en la sombra, su música es sobradamente conocida por todos. Sus melodías y letras suenan en todas las radios y en todas las televisiones, sobre todo de la mano de los participantes de «Operación Triunfo». ¿Quién no ha escuchado la canción «Besa mi piel», de Natalia? ¿O «Por ella», de Alex? ¿O «Ya no quiero sufrir», de Cristie? ¿O «Es por ti», de Elena Gadel? Pues todas comparten la misma firma, la del compositor mallorquín Daniel Ambrojo.

Ya hace dos años que trabaja para Vale Music a través de la editorial multinacional Clippers. Pero éste no es su único logro profesional. Hay más. Ha realizado numerosas producciones para los conocidos «Disco Estrella», tan publicitados en los mass media, así como para grupos con repercusión nacional, como Agüita Salá y Miguel Sáez; e internacional, como Loona. También ha colaborado con artistas de Mallorca como Azuquita; Marisa Rojas, de quien es director musical; o Enredados, formación en la que toca el teclado y con la que ha cosechado grandes éxitos. No hay que olvidar que sus comienzos fueron en una conocida banda local ya desaparecida, Arena, y su aprendizaje como productor se forjó en los Estudios Swing, de Joan Bibiloni, junto a Toni Pastor.

El año 2004 se presenta para Dani Ambrojo colmado de proyectos interesantes, puesto que se encuentra componiendo varios temas para los participantes más consolidados de aquél primer «Operación Triunfo». Afirma que su asociación con este programa le ha tendido la oportunidad de introducirse en la industria musical y realizar trabajos interesantes, aunque añade que lo que realmente le gustaría hacer son «bandas sonoras instrumentales».

Reconoce que tiene «facilidad para producir melodías pegadizas y megacomerciales», algo de lo que se siente orgulloso. «Crear este tipo de canciones es más difícil que hacer un arreglo instrumental. En la música comercial sólo puedes utilizar cuatro acordes y, con tan poco margen, debes conseguir que suene diferente».

Sobre el panorama musical de la Isla, afirma que se encuentra «en una situación de difícil solución». Por un lado, contempla que «hay muchos grupos, basta con observar eoverbooking en los locales de ensayo». Por otro lado, añade que «las discográficas nacionales no apoyan a los grupos de aquí». No cree que esto se deba a que en Mallorca no haya calidad musical: todo lo contrario, «hay muchas ideas interesantes». Sin embargo, admite que «la movilidad es un handicap», así como «la falta de ayuda por parte de las instituciones y de las empresas dedicadas a este negocio». También culpabiliza al público: «Parece que cuando un grupo es local la gente, en general, prefiere discriminarlo». Así, apunta que «un posible recurso podría ser la convocatoria de más concursos como el Pop Rock por parte del Ajuntament». En este sentido, le decepciona el hecho de que la única posibilidad que las formaciones de la Isla tienen para dar a conocer su trabajo sea la autoedición de sus discos. «Los músicos mallorquines se ven obligados a pagar unas cantidades ingentes para grabar un álbum, hacer quinientas copias e intentar distribuirlas entre las discográficas nacionales para intentar que alguna se fije en ellos». Esta posibilidad acepta que es cada vez más difícil debido a la crisis que está sufriendo esta industria. «No sólo lo están pasando mal las discográficas independientes. Tampoco se salvan las más comerciales».