«Es Baluard de Sant Pere i la ribera del moll» es el libro,
realizado por los historiadores Aina Pascual y Jaume Llabrés, que
se edita con motivo de la inauguración de Es Baluard. Se trata de
un riguroso trabajo, con fotografías de Donald G. Murray, necesario
para entender el proceso evolutivo de este elemento integrante del
sistema defensivo de la ciudad de Palma desde la Edad Media hasta
la actualidad, y que pone especial énfasis en la construcción
renacentista.
Los autores explican que «esta investigación ha sido un
verdadero reto, ya que hemos intentado averiguar lo máximo sobre la
historia de este baluarte». Para ello, han utilizado numerosa
bibliografía. «Como ésta resultó ser bastante incompleta, accedimos
también al Arxiu del Regne de Mallorca, sobre todo en lo
concerniente a las fechas y etapas de la construcción de esta
edificación», comenta Aina Pascual. En este sentido, la
historiadora afirma que han relizado «una profunda investigación
para tratar de establecer una cronología muy precisa de todos los
componentes de este baluarte: las garitas, la extinguida
casamata...». Así fue como descubrieron que «el proceso de
levantamiento del baluarte estuvo condicionado por los avatares
político-militares, así como por los gastos de la Corona. Por eso
tardó dos siglos en hacerse, porque se hizo por etapas». Llabrés
añade que este volumen «no es sólo la historia de este segmento de
la muralla, que servía para defender el puerto, sino también la de
su entorno, incluyendo el barrio de Santa Cruz, el frente marítimo
y el raval de Santa Catalina».
Sobre la desaparición de una gran parte de Es Baluard de
SantPere, Pascual hace hincapié en que «la historia de esta
fortificación hasta ahora ha sido bastante dramática». Destaca el
derribo de la Porta de Santa Catalina como «una gran pérdida».
Llabrés apunta como singularidad el hecho de que «este baluarte,
realmente, es doble, tiene dos cuerpos. Antiguamente se
diferenciaban como es baluard de dalt y es baluard d'abaix. La
muralla que venía de poniente, subida en un promontorio, enlazaba
aquí con la del mar y creaba, así, dos superficies».
Ambos historiadores recalcan que este espacio ha tenido varias
nomenclaturas: Bastió de Santa Catalina, Bastió de Santa Creu y
Baluard de Sant Pere. «Los tres nombres han sido importantes, pero
el último fue el que consiguió enraizar con más fuerza en la
colectividad de los habitantes de esta ciudad». Haciendo historia,
recuerda que «en 1963 se intentó derrumbar el baluarte. Los
militares lo habían vendido a un particular y éste quería levantar
un edificio de viviendas. Entonces se inició un largo proceso en el
que el Ajuntament realizó todos los trámites necesarios para
recuperar su posesión y fue en este tiempo en el que sufrió un
deterioro fortísimo».
Sobre la ubicación en esta zona del Museu d'Art Modern i
Contemporani de Palma, Pascual dice que «parece interesante que se
haya abierto este entorno privilegiado como espacio público,
cultural y lúdico». Reconoce que «Luis García-Ruiz es un arquitecto
de reconocido prestigio, con mucha experiencia en edificios
modernos y restauraciones. Era de esperar que el Museu Es Baluard
haya quedado tan bien con profesionales de esta categoría». Por su
parte, Llabrés agrega que «lo más destacable es su proyección
funcional e integrada. Se ha adaptado muy bien a las normativas y a
lo que queda del antiguo baluarte».
Asimismo, dan una gran importancia a la recuperación del aljibe,
del que cuentan que «servía para dar agua a los barcos que quedaban
en el puerto de Palma, ya fuera porque estaban en cuarentena o
porque debían realizar reparaciones. Fue ya en el XVIII, cuando
empezó a ser utilizado como proveedor de agua para la población
lindante». Recalcan que «esta pieza es de gran importancia porque,
como arquitectura popular, es muy buena».
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