Rinaldi: «He querido quitar el dramatismo del tango y dotarlo de humor». Foto: PERE BOTA

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Nunca suele contar sus montajes porque «debe ser cada espectador el que explique la obra». Susana Rinaldi lleva más de 32 años recorriendo el mundo con el tango, su pasión. La llaman la embajadora de esta música, un honor que «conlleva muchas responsabilidades» pero del que se siente «orgullosa». Por primera vez acude a Mallorca donde actuará en tres escenarios diferentes: mañana en la Sala Mozart del Auditòrium, el jueves en el Teatre de Manacor y, el viernes, en el Auditori de Alcúdia. «Mi repertorio habla de Argentina pero también de las diferentes regiones donde el tango ha llegado con fuerza y ha sabido expresarse con capacidad propia». Una capacidad que nunca expresa «rigidez» sino que es capaz de «explayarse a través de la milonga, la balada o el vals». Piazzola le otorgó «su carácter internacional» y lo convirtió en «una de las expresiones musicales más fuertes de la actualidad». Tanto, que ha arraigado en países como Finlandia, donde se ha convertido «en una de las expresiones populares del país» tras llegar al mismo en el año 1905.

Rinaldi asegura tener una misión en esta vida: «Cantar y contar cantando». Mujer comprometida con el mundo, recoge «la voz del pueblo». «Me gusta cantar sobre las sociedades distorsionadas por movimientos económico-sociales, capaces de expresarse divinamente». Siempre a través del tango aunque de una manera diferente a la normal. «He tratado de quitarle su fuerza trágica, su dramatismo, su solemnidad, para extraer su sentido del humor, algo difícil de creer a primera vista».

Los grandes poetas del tango como «Eladia Blázquez, Enrique Santos o Cátulo Castillo» han creado «letras capaces de permanecer en el tiempo» y que hablan «de temas del mañana». «Nos hacen sopesar la vida desde otro lugar». Sin embargo, Rinaldi se confiesa heredera de las sonoridades de Judy Garland o Ella Fitzgerald aunque «para expresar una canción no es necesario tener su voz pero, si se tiene, mucho mejor». Como sucedió con Marlene Dietrich, «quien cantaba a pesar de no tener voz». La artista se siente orgullosa de ser la embajadora del tango aunque no de que la llamen la dama del tango. «Tiene una connotación diferentes». Rinaldi sostiene y mantiene que «a las mujeres se les hace difícil» interpretar esta música debido a su condición. «Expresar el tango cobra una fuerza mayor desde la particularidad de ser mujer». A Gardel «le criticaron que se vistiera con traje». A Rinaldi, «el hecho de ser la primera fémina en vestir de largo y en usar grandes teatros y escenarios». «Todo se acaba aceptando con el tiempo».