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La viuda del escultor cubano Agustín Cárdenas, Livia Porrer de Cárdenas, se encuentra de visita en Mallorca buscando obra de su esposo para completar el catálogo razonado sobre el trabajo del artista. Ayer aprovechó su estancia para recorrer el Museu Es Baluard. «Me ha parecido un museo impresionante por tres motivos: por su arquitectura, por la colección y por las vistas que ofrece de Palma», afirmó. Porrer aseguró que «es difícil destacar una pieza en concreto de la colección». «Todas son excepcionales, el siglo XX está muy bien representado tanto en pintura como en escultura». Según la viuda de Cárdenas, «Es Baluard no tiene nada que envidiar a otros museos del mundo». Sólo encontró un problema: «Falta una obra de mi marido», bromeó.

Preparar el catálogo razonado implica, también, realizar la biografía del escultor. «Mi esposo vivía para el arte, su vida era su trabajo». Cuando el artista falleció en 2001 su obra estaba «terminada». «No dejó nada inacabado, sus últimas piezas demuestran que supo cerrar su ciclo artístico». Un ciclo que finalizó recurriendo a los inicios. «Cogió elementos de sus primeros años creativos, regresó a la raíz para completar su obra».

Agustín Cárdenas nació en Cuba pero siempre había soñado con ir a París. «Lo logró tras conseguir una beca». En Europa, integró lo «europeo con lo africano y lo cubano». «Nunca se dejó influenciar por ningún autor». Para lograrlo, decidió «no relacionarse con otros artistas de su tiempo». Sin embargo, sí tuvo un maestro espiritual, Brancusi. «Con el tiempo, y con la distancia, también puede entreverse cierto parecido con Moore y Arp». Por eso, Porrer prepara una exposición en París que muestre obra de los tres autores.