El arquitecto navarro Rafael Moneo se encontraba ayer en la Isla
para participar en Son Fortesa, sede de Camper, en un encuentro de
arquitectura, celebrado con el objetivo de explicar la intervención
llevada a cabo en este espacio. Allí ofreció algunas reflexiones
sobre la transformación urbanística experimentada por Mallorca en
los últimos años.
-Afirma en el prólogo del libro «Mallorca Boom» que la
arquitectura insular seduce haciendo de la razón un aliado y de la
dignidad su meta.
-Estos atributos son dos compañeros de viaje excepcionales que
han hecho de la arquitectura antigua de la Isla un buen camino. En
la actualidad, es mucho más difícil ponerlos en práctica, aquí y en
cualquier otro lugar. No hay porque pensar que Mallorca sufre un
síndrome que otros lugares no sufren.
-Síndrome parece el término ajustado a la
realidad.
-Sin ir inmediatamente a lo evidente, al daño que se ha hecho en
playas, puertos y paisajes, creo que la Isla ha sufrido una
trasformación cuya explicación es clara. Las sociedades crecían
antes más pausadamente, las tecnologías no tenían un impacto tan
duro y las normas de comportamiento eran más compartidas. Esto
hacía que el medio en el que se producía la vida social fuese más
consistente.
-¿Y ahora?
-Mallorca sigue siendo un lugar que, a pesar de los destrozos que
se le han inferido en los últimos cincuenta años, mantiene un gran
atractivo. Sin embargo, esta consciencia que lleva a actuar con más
pretensión que respeto se hará notar en la conservación del
patrimonio.
-¿Alguna recomendación?
-Yo vengo a la Isla atraído por ella y siento pudor de decir cosas
que en realidad pertenecen a quienes viven en ella, pero me parece
que un paisaje tan completo como el de Mallorca se resiente
muchísimo con los elementos infraestructurales potentes que se
insertan en él. Pero, ¿quién se atreve a decir que los medios con
los que trabajar tienen que ser más modestos, que la
infraestructuras podían ser más ajustadas a la realidad para que
los elementos que tanto admiramos se conserven?
-Problema de difícil solución, ¿no?
-Sí, porque hay operaciones que tienen su sentido. Entiendo que la
gente se resista a prescindir de mecanismos que se utilizan en
otros lugares, aunque si se persigue la conservación es algo
inevitable.
-En este sentido, ¿qué opina del concepto
isla-ciudad?
-Seguramente se corresponde con lo que va a ser la realidad de
la Isla pensar que todo el territorio va a estar tan fácilmente
comunicado que se va a hacer de la Isla una ciudad, pero creo que
hace olvidar uno de sus encantos: las distancias.
-¿Cuál es la esencia de su intervención en Son
Fortesa?
-Nos encontramos ante algo que tiene la buena arquitectura: la
disponibilidad y la indiferencia funcional que permite no repetir
los usos. Cuando esto sucede, uno puede tratar de recomponer mundos
acabados y trasladar la realidad a la de los parques temáticos, que
es algo de lo que a mí me gustaría escapar. El mundo en el que
vivimos es cada día más virtual y hace más difícil entender lo que
significa lo auténtico. Por eso, me parece que poder operar sin la
mimesis estricta de lo que eran las cosas es también su tabla de
salvación.
-¿Cuáles han sido las líneas de acción?
-Mínimas. Era tan importante la clastra y su ajuste con la
naturaleza, es decir, la flora adquirida por jardínes y cultivos,
que no ha habido que hacer gran cosa. Pero, claro, alguna
trasformación estructural sí que ha habido.
-¿Por ejemplo?
-Lo que era la tafona no ha cambiado sustancialmente, mantiene las
resonancias de lo que era el despacho antiguo. Se han mantenido los
elementos históricos: la fuente, que habla de la arquitectura
culta, o el pozo, que habla de las más directamente utilitaria.
Ambas conviven con nuestra intervención. ¿Un ejemplo? Hemos creado
un patio que permite una visión más estética de la Tramontana que
la puramente de defensa que los antiguos tenían.
-¿Y la ampliación de El Prado?
-Hemos vencido ya los momentos más difíciles, no digo ya de
polémica, sino de construcción. Y entramos en una etapa de acabados
que imagino verán su fin la primavera que viene. Espero que llegue
el momento en que la gente reconozca en nuestro trabajo un proyecto
adecuado, justo e independiente, capaz de mantener la identidad del
museo y de que el visitante no se encuentre en un espacio distinto
al conocido.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.