Investigadores de la Universidad de Granada analizan restos
óseos de animales y humanos, madera, semillas y cuero encontrados
en la excavación de la calle Antoni Maura de Palma. Los materiales
salieron en un bloque de ceniza descompuesta, «lo que indica que
provenían de un incendio que, posiblemente, produjo una destrucción
traumática de la zona». Los arqueólogos trabajan sobre la hipótesis
de que podía tratarse del ataque catalo-pisano a Medîna-Mayûrqa
documentado en el siglo XII. La batalla que dio fin al asedio fue
«sangrienta», según la crónica «Liber Maiolichinus» atribuida al
poeta pisano Lorenzo Veronés, quien se cree que particpó en la
misma.
José Antonio Riquelme, zooarqueólogo; el restaurador Manuel
Fernández, y Oliva Rodríguez, antracóloga que estudia carbones,
semillas y polen, son investigadores del departamento de
prehistoria y arqueología de la Universidad de Granada, a la que
también pertenece el forense Miguel Botella, del departamento de
antropología física. Estos especialistas analizan en dicho centro
los materiales antes citados que, según Rafael Turatti y Francisco
Domínguez, los arqueólogos que trabajan en la excavación, podían
pertenecer al asedio catalano-pisano que sufrió la ciudad musulmana
en abril de 1115.
«Junto a un embarcadero que encontramos hacia la mitad de Antoni
Maura salió un paquete compacto de barro que, en realidad, era
ceniza con tierra que había tomado esa forma. Por un proceso
natural se creó ausencia de oxígeno, lo que ha permitido que se
conserven toda una serie de restos», dicen, «con la mayor de las
prudencias», Turatti y Domínguez.
Los materiales son de distinto tipo. De madera de álamo y chopo,
que podían formar parte de los postes del embarcadero a los que se
amarraban las embarcaciones. También, restos óeos de animales con
huellas de haber «sufrido descarnación mediante hacha, cuchillo,
espada o daga» entre los que hay cráneos de caballos y vacas,
además de otras partes de corderos y perros. La ausencia de oxígeno
permite apreciar la decoración de los cueros curtidos de los
jaeces, correajes que llevaban los caballos en la cabeza. De la
flora se analizan semillas de cereales, pepitas de uva y de cereza.
Entre la ceniza también surgieron restos óseos humanos, partes de
cráneos, tibias «y muchas falanges».
«Este conjunto de materiales ofrece indicios que lo situaría en
el asedio y la batalla de la razzia catalano-pisana que conquistó
Medîna-Mayûrqa y ayudarán a interpretar cómo vivieron los atacantes
durante el cerco a la plaza fuerte, que duró unos ocho meses»,
comentan los arqueólogos. La hipótesis es que utilizaron bienes de
consumo de la zona, flora y fauna doméstica, para avituallar a las
tropas.
Juan Ramon Picornell, investigador local que colabora con los
arqueólogos, cuenta que, según la «Gesta triumphalia» y el «Liber
Maiolichinus» los invasores llegaron en agosto de 1114 y se fueron
en 1115. Eran 15.000 hombres y 100 naves. La conquista de la
Almudaina fue el final de la batalla. «La muralla no pudo
resistir». El rey mallorquín Nazareodol quiso negociar, pero no lo
consiguió. La ciudad fue arrasada, saqueada e incendiada. Las
crónicas cuentan que los tejados de madera de las casas ardían, que
había ríos de sangre por las calles y que los templos estaban
llenos de cadávares. Los catalano-pisanos vinieron a vengarse de
las razzias de los mallorquines en el Mediterráneo.
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