Gritos pidiendo agua y algún que otro insulto salían de las
primeras filas del estadio Lluís Sitjar, donde, nada más abrirse
las puertas, se colocaron las fans que habían hecho paciente cola,
durante horas, para estar cerca del ídolo. El público protestaba
por el retraso, de una hora y media. El calor era sofocante y la
nueva espera ya se hacía insoportable mientras la Cruz Roja atendía
bajadas de tensión, de azúcar. La cita con Alejandro Sanz y su gira
«No es lo mismo» era a las 22.30 horas, pero la magia se rompió por
«problemas técnicos». El ídolo no podía salir al escenario, dijeron
por megafonía. La razón, parece ser que porque un generador se negó
a funcionar e impedía que hicieran lo propio las dos pantallas
previstas para retransmitir el concierto.
Así estaban los ánimos en el estadio. Soliviantados en un sector
y resignados en otro, cuando, por fin, Alejandro Sanz apareció en
escena a las 23.55 de la noche, una hora y media más tarde de lo
previsto. También fuera, en las inmediaciones del mismo, corrían
todo tipo de rumores. Este diario recibió llamadas de ciudadanos
que pasaban por la zona, se enteraban de que algo pasaba dentro del
estadio, y comunicaban sus temores y preocupaciones.
Alejandro Sanz, vestido con vaqueros y camisa negra, hizo acto
de presencia y pidió disculpas por el retraso. «Lamento mucho el
tiempo que han tenido que esperar ustedes, hola Mallorca, no habrá
pantallas, pero, con nuestra entrega supliremos la técnica». Y
arrancó con la primera canción, «Piénsalo bien», para continuar con
«Quisiera ser», el primer plato fuerte del conocido menú musical
que todos esperaban corear y con el que, entregados desde hacía
días, sus fans esperaban disfrutar. También sonó «Cuando nadie me
ve».
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