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NICO BRUTTI

La lluvia privó ayer noche a un auditorio al completo y a Joan Manuel Serrat de culminar con su directo el concierto «Serrat Sinfónico». Todo comenzó cuando el catalán terminaba con la bella y legendaria «Penélope» y la lluvia obligó a la orquesta a suspender la actuación que, tal y como estaba anunciado, comenzó cerca de las 21.30. 22.20 horas, Serrat anunció que debido al mal tiempo el concierto pasaba a un intermedio que se prolongó por espacio de cincuenta minutos. Dudas varias, idas y venidas, rumores de que la orquesta no estaba dispuesta a continuar, desmentidos posteriormente. Lo cierto es que a las 23.10 horas recomenzó el espectáculo. El artista catalán, tras culminar «Mediterráneo», habló al respetable para comunicar la decisión de que en caso de una nueva lluvia el concierto sería suspendido definitivamente. Agradeció la paciencia de los presentes tanto como la comprensión de la Simfònica de Balears.

Pero lo que pareció un contratiempo se convirtió pronto en decepción. A «Mediterráneo» le siguió «Fa vint anys que tinc vint anys» y la lluvia comenzó a arreciar. La orquesta local, tal como estaba previsto, se retiró, quedando sólo Serrat acompañado del pianista Ricard Miralles. Juntos, en la soledad del escenario, intentaron «Balada de otoño», que no tan casualmente comienza con la palabra «llueve», por lo que los presentes, junto al artista, soltaron una carcajada de complicidad. Y allí se acabó todo. Apenas hubo tiempo para el abrazo con Miralles y el saludo final.

Antes del final inesperado, el concierto se había desarrollado con normalidad, tal vez con el sonido un poco bajo respecto del día anterior. Arrancó con «Barcelona y yo», «Mi niñez», «Canço de la Matinada» y «Herido de amor», sobre un poema de Federico García Lorca. El público, estimado en más de 1.500 personas, estuvo siempre muy atento a los movimientos tanto de la orquesta como del mismo Serrat, que agradeció especialmente la presencia del auditorio. Una pena que tan buena combinación no acabara como debía.