La obra gráfica de Picasso debe contextualizarse para que
adquiera sentido. Hay que saber que tiene continuidad, que hacía
grabados y litografías para lograr una mayor difusión y que su
función era la de un diario íntimo pictórico. La exposición
«Picasso. Dos momentos 1962-1964. Dos técnicas. Dos series», que
ayer se inauguró en el Casal Solleric, ejemplifica los objetivos
del pintor malagueño a través de dos series: «Los fumadores» y
«Retrato de familia».
La muestra, compuesta por 18 grabados de los fondos de Bancaja,
representa «dos estilos, dos técnicas y dos temáticas diferentes»,
según Juan Carrete, comisario del montaje. «Cuando Picasso pintó
las dos series tenía 81 y era consciente de su edad». Acababa de
trasladarse a la costa y se encontraba en «un momento de sosiego y
reflexión» que le hace usar «varias técnicas: la litografía en
'Retrato de familia' y el grabado en 'Los fumadores'». Con la
primera busca «una mayor dificultad empleando el zinc y el papel
reporte» y, con la segunda, «la perfección llevando a sus
estampadores de siempre cerca de su nueva residencia».
Las dos temáticas mantienen un punto en común: «Reflexiona sobre
su juventud». «'Retrato de familia' es un homenaje a su maestro
teórico, Edgar Degás, mientras que 'Fumadores' es una reflexión de
sus años de aprendizaje». Todo visto desde «la experiencia» y desde
«la simplificación» del cubismo. «Vuelve al pasado desde la
sabiduría que le dan los años».
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