El anuncio de que en la universidad española habrá cambios
drásticos que afectarán, sobre todo, a las Humanidades, ha
provocado revuelo y desconcierto. Una de esas modificaciones, que
llegan impuestas por la Unión Europea para que España se adapte al
Espacio Europeo de Educación Superior, afecta a los estudios de
Historia del Arte, que desaparecerán como especialidad. Para
comprobar el efecto que la noticia ha producido en Balears, donde
la Universitat de les Illes otorga esta titulación, en la que hay
matriculados 299 estudiantes, hemos pulsado algunas opiniones.
Joana Palou, directora del Museu de Mallorca, es tajante ante la
supresión de Historia del Arte como carrera universitaria, que
pasaría a englobarse en unos estudios más generalistas. «Me parece
indignante». Y añade que «las instituciones y las personas que las
presiden tengan esta forma de pensar es muestra de que son unos
iletrados, todos lo que se lo plantean ya demuestran lo que piensan
sobre la comprensión, difusión y conservación del patrimonio, el
testimonio material de nuestra historia». Para Palou, se busca «la
eliminación de los estudios que posibilitan el debate» porque la
universidad «está para debatir sobre estética, filosofía,
pensamiento, que es lo que posibilita el arte». «Un título
universitario no presupone una salida laboral, pero amplia el
mercado, y hay un montón de empleos para una licenciatura en
historia del arte, tanto en el sector institucional como en el de
la industria del ocio y la cultura».
Magdalena Brotons, profesora del departamento de Teoría de las
Artes de la UIB, está, -como el resto de docentes que se verán
afectados-, a la expectativa, porque aún no cuentan con mucha
información. Ella nos ha explicado a grandes rasgos este proyecto,
que viene de lejos, y la reestructuración que significaría en el
sistema de universitario de titulación, lo que no es objeto de esta
página, pero nos ha servido para comprender el alcance de lo que
sucederá. En el día a día, ha constatado que los alumnos «están
preocupados». También comentó que el rector de la UIB, Avel·lí
Blasco, que apoya la titulación en Historia del Arte, se reunirá la
próxima semana con el resto de rectores y las autoridades
académicas para hablar de este proyecto que ha de estar funcionando
en 2010. Parece que la finalidad última es «la movilidad de los
estudiantes y el mercado laboral», todo ello basado en una idea
«muy positivista».
Los encuestados coinciden en que «las Humanidades son más
importantes que nunca para construir una sociedad mejor». La
reflexión del pintor Ramon Canet va en esta línea: «Sólo puedo
contestar a nivel general, pero le diría que, tanto en ciencias
como en humanidades, lo que vulgarmente se considera inútil puede
que sea lo más útil e importante de todo». Coincide con Palou al
pensar que «cuantas menos cosas de las que ellos consideran
inútiles tengamos, menos molestaremos, ¿qué quieren, una sociedad
de borregos?». «La sociedad está muy tecnificada, es demasiado
neoliberal, sólo cuenta el nivel de producción, por eso hay que dar
prioridad a las Humanidades», dice Julia Roman, profesora de la UIB
junto a Brotons. Par ella, «la historia del arte tiene entidad
propia, tiene un cuerpo teórico, por lo que debe mantenerse
independiente. Sin embargo, hay que reformar la carrera, renovar
las asignaturas para adaptarse a las nuevas necesidades culturales.
La manera en la que están organizados los estudios provoca
carencias, sobre todo en gestión del patrimonio».
Marie-Claire Uberquoi, directora del Museu Es Baluard, también
se muestra preocupada: «El arte contemporáneo está cada vez más
presente por la política de creación de nuevos museos, sobre todo,
desde la década de los noventa. Sería lamentable que la carrera
desapareciera porque el arte dejaría de ocupar un lugar a nivel
universitario». E insiste en que «si no existe la carrera, no se
educará a los futuros profesores y, por lo tanto, no se difundirá
el arte».
Elena Ruiz, directora del Museu d'Art Contemporani d'Eivissa,
expresa igualmente su disconformidad. «Siempre que sale a la luz
pública una noticia tan disparatada me pregunto por las razones que
llevan a tomar la medida y, hasta ahora, no he leído ninguna; yo y
cualquiera tenemos, seguramente, un montón de buenas razones para
no pretender negar la existencia de una licenciatura que responde a
una disciplina tan legítima como justa, ideada, avalada y cultivada
por grandes maestros que han creado escuela a lo largo de la
historia». Ruiz apela al «sentido común» para que «tal medida no
prospere y que la Historia del Arte siga siendo estudiada, enseñada
y contribuya al desarrollo de nuestra sociedad».
Finalmente, el pintor Damià Jaume disiente del criterio general
cuando dice que «la carrera es prescindible porque no está bien
estructurada, no tiene una salida clara» y cree que si se engloba
«dentro de una carrera general de Humanidades, en la que se
combinaran diferentes materias, la gente saldría más preparada»
porque «cuanto más se aprenda mejor».
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