Konrad Zschiedrich, ayer en Palma. Foto: MARÍA ESCUDERO

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El director Konrad Zschiedrich ha pisado escenarios de medio mundo. Ha trabajado en Alemania, su país natal, en Portugal, España, India, Irlanda o Suecia, entre muchos otros. Ahora, su extenso currículum incluirá una nueva región: Mallorca. Zschiedrich está en la Isla preparando «Molt soroll per res», una coproducción entre la Fundació Teatre Principal y Rafel Oliver Produccions que se estrenará el 17 de junio en Can Ventosa de Eivissa.

-En Mallorca dirigirá, de nuevo, un Shakespeare. ¿Cuál será su propuesta?
-Será una obra fiel al texto con una puesta en escena sencilla que contará con un vestuario espectacular. La pieza se burla de las locuras que suscitan las modas y su deformación. Detrás de las dos historias de amor hay problemas de confianza, muestran cómo la gente se pone máscaras para esconderse. Su esencia es muy moderna porque habla de la comunicación, de las informaciones contradictorias. Dirigir un Shakespeare te permite conocer siempre un nuevo mundo, no he conocido nunca un autor tan sorprendente como el autor inglés.

-«Molt soroll per res» contará con actores catalanes y también baleares.
-He buscado los mejores actores para el papel. A muchos los conocía del Institut del Teatre de Barcelona, donde he impartido clases. Como alemán, me sorprende que en España el teatro sea muy local, es como un círculo. El localismo es un problema porque no existe un teatro de intercambio. En Alemania, las compañías van de un lugar a otro. Aquí, el teatro es más regional, el mundo de la escena permanece muy cerrado. El aislamiento nunca ayuda. El intercambio, sí, permite que el nivel cultural crezca.

-¿La poca inversión en teatro ayuda a que la situación perdure?
-Sí. En España se invierte poco en cultura con respecto a otros países europeos. Parece que dan limosna, no existe una política cultural coherente. Hay profesionales muy buenos que no pueden mostrar su trabajo por la escasez de ayudas. Además, muchos actores deben compaginar su trabajo en el teatro con otras profesiones para subsistir. ¿Cómo se puede evolucionar? Es como el pez que se muerde la cola. Un teatro profesional debe implicar dedicación exclusiva, algo difícil sobre todo si contar hoy con una plantilla de doce actores durante un tiempo, como con «Molt soroll per res», es ya de por sí algo excepcional. Aquí la gente tiene más talento que en Alemania.

-¿Qué exige a sus actores?
-Soy bastante duro. Es difícil de explicar. Quiero que profundicen en sus papeles, que los hagan creíbles, que los conviertan en una realidad, que no finjan. Es insoportable ver a un actor fingiendo. El problema es la falta de estructura del país.

-Sí existen muchos teatros y una tradición de años.
-Dudo que exista una tradición teatral. 25 años no son suficientes. Ahora se está empezando a crear una tradición pero es necesario que pasen generaciones. La cultura consiste en un proyecto de siglos y de mucho trabajo.

-¿El franquismo no ayudó?
-Viví 53 años en una dictadura, en la Alemania del Este, y no creo que ésa sea la explicación. Hoy, la gente está más interesada en vender un producto y, por lo tanto, en hacerlo comercial, algo muy peligroso pero, a su vez, necesario. Normalmente, el teatro comercial vive de los avances del teatro más vanguardista.

-Sin embargo, sí existen grandes autores teatrales.
-Por supuesto. España ha tenido unos escritores excelentes, como tiene un buen cine. Sin embargo, el cine es más internacional que la escena. El teatro es algo más propio de los actores.