Si la semana pasada fue la torre de Cap Andritxol, ahora le toca
el turno a la de Llebeig, en sa Dragonera. El Grup per l'Estudi de
les Fortificacions de Balears (GEFB) ha puesto una denuncia en el
Consell Insular, el pasado día 21, «en la que se detallan una serie
de irregularidades en materia de restauración, así como la
colocación en la torre de elementos sumamente peligrosos para el
visitante». Lo explica Angel Aparicio, presidente del GEFB, entidad
que «cuestiona» la rehabilitación y pide «una revisión de la misma
porque un trabajo que ha costado sesenta mil euros tiene que quedar
perfecto».
Los dos puntos más importantes de una larga lista de
consideraciones que afectan a la restauración de esta torre de
defensa, -todas constan detalladas en la citada denuncia-, se
refieren a las intervenciones en el sistema de recogida de aguas y
al peligro que entraña para el visitante y los animales algunas de
las actuaciones llevadas a cabo. En cuanto al primer punto,
Aparicio explica que «al pie de la torre existe un elemento de
recogida de agua muy particular, único en Mallorca, que ha sido
objeto de una actuación agresiva y poco respetuosa con los restos
existentes». Se trata de «unas alfábias o grandes tinajas que
estaban enterradas en el suelo hasta el cuello formando un
aljibero. Tras la restauración quedan dos y las otras las han
sacado, seguramente para colocar otras nuevas, ya que las antiguas
estaban agrietadas, pero lo suyo hubiera sido consolidarlas, no
quitarlas, como constaba en el primer proyecto, que no se llevó a
cabo y se sustituyó por otro». Según Aparicio, «este conjunto ha
quedado al descubierto por lo que, en cuanto haga viento fuerte o
llueva, todo se desmoronará».
Aparicio añade que «tendrían que haber tapado las tinajas con un
metacrilato, para que se pudieran ver al mismo tiempo que se
ayudaba a su conservación». En el estado actual, apunta también,
«entrañan peligro para los niños, que pueden caerse dentro, y para
los animales, especialmente las aves; nosotros hemos encontrado y
fotografiado gaviotas que habían caído dentro, se habían herido por
el impacto del golpe, y agonizaban».
Entre otros defectos que los expertos en fortificaciones del
GEFB achacan a la restauración, se encuentra también la
«desprotección» en que ha quedado el aljibe de la torre, «que ya
está lleno de escombros y porquería»; «la escalera interior de la
torre se ha hecho de hierro, -en el proyecto de restauración se
indicaba que debía ser de madera-, y ya han aparecido las primeras
señales de óxido, que afectarán a las sujecciones». Aparicio quiere
llamar la atención sobre lo «peligrosa que resulta la trampilla de
acceso a la terraza de la torre, especialmente para los más
jóvenes, hasta el punto de que colocaron un pequeño aviso en
castellano e inglés, pero no es suficiente». El problema se
encuentra «en el mecanismo de apertura, incluso yo tuve problemas
para sujetarla». También se quejan de cómo han colocado el cañón,
boca arriba, por lo que «se oxidará cuando llueva».
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