«Me encanta cantar en Palma. Me encanta la isla, lugar al que
vengo a menudo a descansar y a recargar pilas». Muy pendiente de su
instrumento, la voz, «un instrumento muy delicado», Teresa Berganza
presentó ayer en Ciutat el último concierto de la programación
estival del Ajuntament, que se celebrará mañana en el Castell de
Bellver y que protagonizará la mezzosoprano madrileña.
Vivaldi, Rossini y Manuel de Falla centrarán la primera parte de
la actuación, mientras que la segunda contará con temas de Hahn y
Piazzolla. Piazzolla fue todo un descubrimiento para Berganza. «Me
encanta la música de cabaret y, sobre todo, Piazolla». Las
composiciones del autor argentino no contaban con arreglos para
piano y voz hasta que Berganza encontró a Horacio Icasto. «He
querido cantar estos temas respetando la voz desgarrada y profunda
que precisan, dejando de lado mi tonalidad de cantante lírica».
Si todo va bien, tal vez Berganza interprete alguna pieza de
«Carmen», uno de los papeles más destacados de su carrera.
«'Carmen' me dio la libertad de cambiar de territorio. Descubrí que
el personaje siempre había estado dentro de mí». La mezzosoprano se
enfrentó al papel con «miedo» pero, después, decidió darle un giro
y buscar en los orígenes. «Me encontré con una mujer gitana que
vive en el País Vasco, sobria, nada provocadora. Sin embargo,
provoca porque es dueña y señora de su vida, una mujer libre». Y,
desde ese instante, Berganza decidió que quería ser como ella
«tanto en el teatro como en la vida».
La mezzosoprano afirmó no ver las nuevas producciones que sitúan
las óperas en el presente y les confieren una estética actual.
«Sólo buscan provocar el escándalo y llamar la atención. Hay que
terminar con estas propuestas, convencer a los directores de teatro
y a los managers que estas obras sólo demuestran el desconocimiento
de la partitura y el texto por parte de sus autores».
«En la actualidad, hay mucha gente que canta y muchas voces
bonitas pero también hay mucha gente que canta mal». Falta
«experiencia y preparación». «Hoy no podría darse una nueva María
Callas. Es irrepetible. Vendrá otra pero será diferente. Nunca hay
un cantante igual que otro». Berganza tuvo el honor de cantar junto
a la Callas, de quien aprendió mucho, a los 23 años. «Hubo un antes
y un después de María Callas. Para mí, fue como una hermana mayor.
Un sólo movimiento suyo era una lección de por vida».
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