La poesía y la política confluyen en los textos de la escritora
Cristina Maristany, autora de cuatro libros de poemas, tres de
relatos cortos y otros tres de ensayos. Su publicación más reciente
es «Contra la desmemoria», un compendio de sus artículos en el
diario Ultima Hora. En los últimos años, se dedica a protagonizar
cortometrajes, como su hijo, el también escritor Carlos García de
Olalla, con quien convive en su casa de Vallvidrera, en
Barcelona.
-¿Cuál es su actual proyecto?
-Están pasando tantas cosas graves y variadas, que tengo ganas de
sacar un nuevo libro. Sería un retrato de todo lo que ha ocurrido
con artículos que reflejan la situación mundial en la que
vivimos.
-Usted recurre a la política a través de la poesía.
-Reconozco que llevo dentro la política. Tengo dos contrastes,
la poesía dura y casi panfletaria, y la poesía a mi compañero
fallecido como una búsqueda del ausente. Puedo escribir de todo,
pero 15 años más tarde, sigo escribiéndole. Era un diplomático
atípico, que estuvo destinado en la India. No era un diplomático
reunido en su gueto, profundizaba en el país donde estaba
destinado. En Nueva Delhi, por un lado tenía sus reuniones, era muy
amigo de Neru, pero luego tras su trabajo, estaba con las
tribus.
-Tras los golpes de la vida, ¿la creación es la única
salida?
-Cuando él murió, escribí más que nunca. La creación era mi
válvula de escape. Me fui a vivir cuatro años a un apartamento en
el puerto de Sóller. Allí me cundía el tiempo. Vivía tres veces
más, integrada en la naturaleza y escribiendo mucho. Soy una forofa
de ese paisaje.
-¿Qué opina de la necesidad del escritor actual de mediatizarse
y crear escándalos para poder publicar su obra?
-Es algo que se fomenta. Estamos en una sociedad de consumo que
detesto. Cada vez estamos más teledirigidos, y nadie se rebela
contra nada. Para consumir hay que hacer esta gracia y la gente cae
en la trampa. Es un mundo monstruoso y despiadado.
-¿Qué opina de la polémica del último premio Planeta, con las
acusaciones de Juan Marsé contra la literatura de los
ganadores?
-No me prestaría jamás a ese juego. Si el libro no me gusta, no
se me ocurriría decirlo de esa manera. Lo encuentro de mal gusto.
Terenci Moix empezó a vender cuando se inventó su personaje y
comenzó a hacer cosas raras. Aquí también hay mucho cuento. Los
veinte iguales, los mismos de siempre, lo controlan todo mientras
algunos libros espléndidos no llegan nunca a los editores, se
quedan en los intermediarios.
-¿Hay miedo de poner las cosas difíciles a los lectores, al
riesgo?
-Sí, además hoy en día funciona la autocensura para que no te
censuren después. Es muy grave. Yo apuesto por la libertad del
individuo En la actualidad se dedica a la interpretación. Ahora, a
mi edad, estoy trabajando como actriz muchísimo. Este año he
protagonizado once cortos. Me encanta la interpretación. Es un
aprendizaje enorme y trabajo con creativos jóvenes, con
ilusión.
-En algún artículo se muestra a favor de la negociación con
ETA.
-Ningún conflicto se resuelve sin diálogo. Llevamos tiempo sin
atentados. Tampoco hay que llegar a grandes cosas, no piden la
independencia sino el derecho a la autodeterminación. Todo lo
confunden. Es un derecho legalmente reconocido. El pueblo vasco
debe pronunciarse.
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