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Paquita Jiménez (París)
Sólo son las cinco de la tarde pero la oscuridad, la lluvia y el frío son más propias de una noche cerrada de invierno. Así es el otoño en París, que, a pesar de las inclemencias del tiempo, conserva una actividad frenética a esta hora. Hasta esta ciudad, «sensual, amable, hipócrita y gatuna», en palabras de Llorenç Villalonga, un grupo de cincuenta mallorquines han viajado deseosos de conocer los puntos clave de la capital del Sena que marcaron determinados momentos de la ruta vital y literaria de Villalonga.

Organizada por la Casa Museu Llorenç Villalonga y el Consell, la visita, que se desarrolla hasta mañana, está guiada por el biógrafo del escritor, Jaume Pomar; y el profesor Raül David Martínez, lector de catalán en la Universidad de la Sorbonne. En el grupo, integrado por gente de Binissalem, Palma, Inca y Manacor, también viajan la directora de la Casa Museo, Gemma Pascual.

Las visitas que se llevarán a cabo durante estos cuatro días han sido seleccionadas con rigor para descubrir al grupo la doble vertiente que acompaña siempre la percepción de París y que, sin duda, fue también la que admiró Villalonga. Por una parte, la ciudad cosmopolita e intelectual, reflejada hoy en los innumerables centros culturales, museos y teatros que dan cuerpo a la ciudad. Por otra, una vertiente reservada sólo por los más denodados: el París «perverso», cómo decía Villalonga. Ciudad de entretenimientos infinitos, la agitada vida nocturna continúa siendo un de los máximos atractivos de París.