La investigadora, ensayista y crítica catalana Carme Arnau
ofreció ayer dos conferencias, una en la UIB y la otra a la
Fundació Sa Nostra, sobre Víctor Català y su obra más universal,
«Solitud», de la que este año se celebran los 100 años de la
publicación.
Según explicó ayer, su atracción por Víctor Català -pseudónimo
de la escritora Caterina Albert- por Mercè Rodoreda, reside «en la
capacidad de saber crear personajes muy vivos». Paralelamente,
Arnau se considera una «admiradora» de los «poemas en prosa» que
son para ella obras como «Bearn», «Solitude» o «La plaza del
Diamante», que destacan por ser «trabajos muy elevados en cuanto al
lenguaje».
Arnau, que es una gran conocedora de la vida y la obra de Mercè
Rodoreda, comentó que en su opinión hay semblanzas entre las
mujeres que dibujan Catalá y ésta última «porque en los dos casos
los personajes femeninos están condicionados por un esquema social
cerrado del cual les cuesta mucho deshacerse». «Víctor Català es
como una careta que se pone Caterina Albert por poder escribir
libremente y también para preservar su identidad y su soledad como
creadora», explicó Arnau.
Antes de utilizar el pseudónimo, Caterina Albert había publicado
con su nombre un libro, «La Infanticida», cuyo tema supuso un
auténtico escándalo para la sociedad del momento, que provocó que
la escritora se refugiara para siempre en un nombre masculino, el
de Víctor Català.
«Solitude» es una de las primeras novelas de Albert y fue
publicada por fascículos en la revista «Joventud» desde marzo de
1904 hasta abril del año siguiente, aunque el capítulo final está
fechado en febrero de 1905. La obra se centra en el desquiciamiento
interior de una mujer, insatisfecha totalmente por su marido.
Arnau comentó que Caterina Albert siguió las tesis modernistas,
hecho por el cual, además de preservar la soledad, siempre trató
temas universales como el mal o la búsqueda del sentido último de
la vida.
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