Jaume Matas, Antoni Pastor, Pere Rotger y Miquel Riera.

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J.M.SASTRE/J.SOCIES
La obra arquitectónica de más valor de la época moderna de la ciudad de Manacor lució ayer por la noche en todo su esplendor. La inauguración de la obra de reforma y restauración del claustro de Sant Vicenç Ferrer contó con la actuación de la Orquestra Simfònica de Balears, dirigida especialmente para la ocasión por el maestro manacorí Rafael Nadal, que también tuvo la colaboración especial del pianista local, Andreu Riera. El acto empezó alrededor de las 20.30 horas de la noche y se llevó a cabo en el interior de la iglesia con la finalidad de prevenir las posibles inclemencias meteorológicas. La nave barroca del templo se quedó pequeña para acoger a vecinos y personalidades políticas y del mundo de la cultura y la sociedad manacorina que asistieron a la fiesta.

Abrió el acto el arquitecto municipal, Joan Pascual. Después, la delegada de Inspección Educativa de la Administración Periferica, Mercè Amer, en representación del Gobierno central, señaló la importancia del acuerdo entre instituciones para terminar la restauración de todo el conjunto conventual. El alcalde de Manacor, Antoni Pastor, destacó que «hoy todos los manacorins estamos de enhorabuena, ellos son los protagonistas y quienes disfrutarán del claustro». Finalizó el presidente del Govern balear, Jaume Matas, que tomo la palabra para señalar que «con la colaboración de todas las instituciones, Manacor recupera uno de sus lugares más significativos y espectaculares».

El proyecto de restauración de este claustro asciende en torno a un millón de euros que ha sido pagado por el Ministerio de Cultura con el 1 por ciento cultural procedente de obras del Ministerio de Medio Ambiente. Las dependencias del claustro antes de su restauración, y también a partir de ahora, serán utilizadas para diferentes usos municipales. El claustro de Sant Vicenç Ferrer fue fundado en 1576 y hacia 1617 sus obras ya estaban muy avanzadas. Es un recinto rectangular con doble galería porticada y articulado por arcos de punto hurtado o rebajados, apoyados sobre pilares octogonales. La galería está cubierta con bóveda de arista en el piso inferior y vigas de madera en el superior. El claustro perteneció a los dominicos hasta que, en 1835, a raíz de la desamortización, paso a manos del Estado, aunque la orden nunca renunció a sus derechos.