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PEDRO PRIETO

Marga, descansa en paz.

Hace un mes la llamé para que montara una de las mesas de Navidad de El Corte Inglés. Pero me dijo que no estaba de humor. Que aunque hasta hacia poco estaba convencida de que había superado el mal, ahora no lo tenía tan claro. Me agradeció haber pensado en ella y me deseó una feliz Navidad. Hace una semana la llamé al móvil y no se puso. Y me dio qué pensar. Porque cuando el móvil de una persona tocada por el cáncer no contesta es que hay algo que no va bien. Anteanoche supe por qué no se puso. Estaba ya muy mal.

Ya ni me acuerdo cuándo la conocí. Son tantos años y el tiempo corre tan deprisa... Pero lo importante es la sensación que te queda cuando conoces a una persona que es buena, como lo fue ella. Buena madre, buena abuela, y antes buena bailarina, buena cantante y buena actriz. «Murió con gran entereza», me comentaba ayer su hija Sandra en el tanatorio de Palma. «Murió sabiendo lo que le esperaba, sabiendo que se iba. Para nosotras fue una lección», dijo refiriéndose a ella y a su hermana.

A media mañana de ayer me acerqué al tanatorio, pero no la vi. Sus hijas me explicaron que había pedido dos cosas: que no la expusieran, con lo que se evitaría la concentración de gente en torno a su cadáver -nunca fue partidaria de velatorios-, y que la incineraran y esparcieran sus cenizas por el Mediterráneo mallorquín que tanto amó.

La penúltima vez que hablé con ella fue en verano, en la terraza del Cappuccino. Con pelos y señales me contó cuánto había sufrido con la enfermedad -«de la que poco a poco voy sacando la cabeza»-, dijo, y «con la que he aprendido a dar importancia a las cosas que antes no la tenían». Me habló de Pablo, su marido; de sus hijas y de sus nietos -«quienes mucho me han ayudado en momentos tan difíciles»-. Mandó también un mensaje de esperanza «para quienes como yo sufren: Que se animen, que podemos superarlo».

Aquella tarde vestía pantalón, blusa y llevaba el pelo muy corto. «Como verás, estoy un poco hinchada y apenas tengo pelo, pero yo quiero ir así. Y quiero volver al teatro. Me conformo con papelitos cortos... El teatro es mucho para mí».

Marga, Margarita, Margaluz fue miss Baleares y reina demusic hal del mejor Tagomago con Els Valldemossa y Xesc Forteza; fue primera dama del teatro mallorquín durante más de 20 años, con Xesc Forteza como partenaire.

A lo largo de su vida, en diversos escenarios, recogió millones de aplausos, recibió numerosos premios e innumerables menciones. Fue elegante, simpática, discreta y exigente consigo misma. Aceptó las críticas, nunca tuvo un no para quien la necesitó, supo compartir y llevó muy bien lo de hacerse mayor. Y cuando, en contra de su voluntad, tuvo que irse de la escena, lo hizo elegantemente, de puntillas, en silencio, sin armar alboroto, sin pedir homenajes, sin recordar quién era, sin reclamar nada, como lo hacen los buenos. Y cuando se ha ido definitivamente, anteanoche, lo ha hecho rodeada de sus gente querida, con entereza, sabiendo quién era, lo que había hecho, lo que dejaba y por qué se iba de este mundo.