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NURIA ABAD

Hace ya catorce años que falleció Manuel Hernández Mompó (Valencia, 1927 - Madrid, 1992). No obstante, su obra está cada vez más presente en los circuitos del arte internacional. La galeria de arte Gabriel Vanrell de Palma le dedica, hasta el próximo 31 de mayo, una exposición individual que reúne trece de los lienzos que el artista realizó entre 1966 y 1980, todos ellos reproducidos en el catálogo razonado de Mompó que acaba de publicar el Museo de Arte Reina Sofía con el patrocinio de la Fundación Telefónica.

Mompó, Premio Nacional de Artes Plásticas en 1984, es una de las más destacadas figuras de la generación abstracta española de mediados del siglo XX. Aunque toda su obra está teñida por una luz mediterránea, con el paso del tiempo se hace más patente el predominio del blanco, así como de tonalidades muy luminosas en los pequeños grafismos que salpican sus telas. «Mompó era un minimalista compulsivo que, sin embargo, mostraba su estado de ánimo a través de juegos cromáticos», explica Rosa Vanrell, responsable de la galería.

Otra característica del universo pictórico de Mompó es la incorporación en sus cuadros de letras sueltas, palabras y frases, con las que establece un diálogo. «Estas pinceladas poéticas, de marcado carácter gráfico, otorgan a su obra un carácter espontáneo, sugerente», añade la galerista.

De lo que no cabe duda es que Mompó desarrolló una obra muy personal, un lenguaje propio despojado de elementos superfluos, cuyas referencias a la realidad a veces sólo se aprecian en algunos títulos de sus lienzos. Consiguió depurar las formas con una vitalidad y luminosidad inusitadas en unas magistrales concepciones desvertebradas, reducidas a esencia, con las que insufló un aire distinto a la plástica de los años cincuenta.