A sus 86 años, el pintor Alceu Ribeiro mantiene intactos su planta de elegante caballero, su sedosa cabellera blanca y su discurso plástico, aprendido éste último, en buena medida, de su maestro Joaquín Torres García en su Uruguay natal. Una retrospectiva de su obra se inaugura hoy en el Casal Solleric, donde también se abren al público una exposición de la ilustradora Ana Juan y una instalación de la brasileña Beth Moysés, que ocupa el Espai Quatre del centro con un trabajo contra la violencia de género.
Alceu Ribeiro, que todavía se considera «un aspirante a pintor», recordaba ayer el magisterio de Torres García, quien le mostró «los elementos», el «camino sugerido» para «echar a andar», siempre «respaldado por un concepto pictórico». Maestro él también de generaciones de mallorquines desde que se instaló en la Isla en 1974, Ribeiro afirmó que «la pintura siempre es abstracta porque no es la copia de la naturaleza; a ésta no hay que copiarla, hay que representarla».
Después de esta lección a vuela pluma, sentencia: «Primero abstracta, luego es figurativa, o no». En el Solleric, con piezas que proceden de colecciones privadas y públicas, se le ha organizado la segunda gran exposición que le dedica Mallorca, la primera fue en los años ochenta en La Misericòrdia, y en ella se puede ver desde sus telas de finales de los cuarenta hasta sus esculturas, siempre bajo la perspectiva de un arte «construido».
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