Un grupo de visitantes recorre el Puig de sa Morisca. Foto: JOANA PÉREZ

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M.T.F./J.ROSSELLÓ

El Ajuntament de Calvià inauguró ayer el Parque Arqueológico de Calvià Puig de sa Morisca. De esta manera, se pone al alcance de los visitantes un espacio que viene a enriquecer la oferta turística y cultural del municipio, una extensión de 35 hectáreas que destaca por su riqueza arqueológica. El evento contó con una nutrida representación del Ajuntament de la localidad, encabezada por el alcalde, Carlos Delgado; del Govern, con el conseller de Turisme, Joan Flaquer, y el director general d'Ordenació Turística, Josep Aloy, al frente; e invitados de procedencia muy diversa como arqueólogos, guías turísticos, turistas o presidentes de asociaciones. Todos recibieron las explicaciones de Víctor Guerrero y Manel Calvo, directores de las excavaciones del Puig de sa Morisca.

Desde 1997 se han realizado varias campañas arqueológicas en la zona. Calvo y Guerrero mostraron los diferentes yacimientos que pueden visitarse ahora tras la inauguración del parque (menos el de Es Fornets, el talayot de Son Miralles y el túmulo de Son Miralles, que no pueden visitarse porque está en una en zona privada). Los arqueólogos explicaron que se han encontrado piezas cerámicas provenientes de todo el Mediterráneo. «Ésta era una zona de intercambio», explicaba Calvo. Mientras, los políticos prestaban atención a las casetas de roter o los silos de carboneros que se han rehecho como muestra del patrimonio etnológico del municipio.

Otro punto de atención son las especies protegidas, como la bufera arbustiva, la ginestra borda o la orquídea endémica del Puig de sa Morisca, debidamente «controladas» por señales instaladas en el parque. La joya del parque es el yacimiento del Puig de sa Morisca, un lugar emblemático del municipio. Los trabajos arqueológicos llevados a cabo el pasado verano sacaron a la luz dos habitaciones datadas durante la Conquista catalana (1229) que estaban adosadas a la torre principal, de época talayótica. Víctor Guerrero aseguró que, posiblemente, se trate de la vivienda de un pastor por la humildad de las estancias. El Puig tenía en la época talayótica cuatro torres de vigilancia. La que se ha sacado a la luz es la principal, la más elevada, con un ángulo de visibilidad de 360 grados. Así, permite ver todo el municipio, excepto Bendinat y Portals Nous. Fue desde este punto que los pobladores islámicos avistaron las tropas del rey Jaume I durante su desembarco en Santa Ponça. Por su situación estratégica, durante la Guerra Civil se construyó encima otra torreta, de la que todavía se conservan elementos.