Rocío Jurado, durante una actuación especial en el Festival de la OTI, en 1993 en Valencia.

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AGENCIAS|MADRID

La cantante Rocío Jurado, fallecida en la madrugada de ayer en su domicilio de La Moraleja, en la localidad madrileña de Alcobendas, tras luchar contra un cáncer de páncreas, fue una renovadora de la copla y la tonadilla, a la que todos llamaban «la más grande». Rocío Jurado falleció a las cinco y cuarto de la madrugada, rodeada por toda su familia, según comunicó su hermano, Amador Mohedano, a las 06.00. El cadáver de «La Chipionera» fue trasladado al Centro Cultural de la Villa de Madrid a las 11.30 de la mañana de ayer, donde quedó instalada la capilla ardiente.

El féretro con sus restos mortales viajó al atardecer en avión desde la base aérea de Torrejón hasta Jerez y desde allí a Chipiona, donde hoy serán enterrados tras la misa que, a las 12.00, oficiará el obispo de Jerez de la Frontera, Juan del Río, en el Santuario de Nuestra Señora de Regla. La ministra de Fomento, Magdalena Àlvarez, acudirá al funeral representando al Gobierno. Con cinco discos de platino y más de 30 de oro, Rocío ha pisado escenarios como el Madison Square Garden (Nueva York) el Teatro Real de Madrid, y ha sido una artista muy respetada en América Latina.

María del Rocío Trinidad Mohedano Jurado nació en Chipiona (Cádiz) el 18 de septiembre de 1944. Dejó el colegio a los 12 años para trabajar como costurera tras la muerte de su padre. Fue apodada la «niña de los premios» porque ganaba todos los concursos de radio en los que participaba, hasta que llegó a Madrid con su madre, en 1959, y Pastora Imperio le dio una oportunidad en el tablao «El Duende de Gitanillo de Triana». En 1964 era la estrella del espectáculo de Manolo Escobar «Pregón de amores» y en 1967 vivió su primer éxito en el Teatro de la Zarzuela.