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AGENCIAS|MADRID

Más de veinte mil personas se acercaron al Centro Cultural de la Villa de Madrid para dar su último adiós a Rocío Jurado. La muerte de «La Chipionera», aun siendo una muerte anunciada, dejó consternada a media España.

Erey don Juan Carlos, después de mandar un telegrama en nombre de la Familia Real, habló personalmente con Ortega Cano; el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el líder de la oposición, Mariano Rajoy, y otros representantes de la esfera política también enviaron sus telegramas de condolencia. Se sumaban así al sentir del pueblo, un pueblo entregado que no dudó en rendir una tremenda ovación a los restos mortales de la cantante y a su viudo a su llegada a la capilla ardiente.

Desde que se abrieron las puertas, cientos de personas, que se convirtieron en miles y formaron largas colas, se acercaron para mostrar su sentir a la familia.

Junto al féretro, cubierto por las banderas de Andalucía y de España, estuvo todo el día José Ortega Cano. Vestido de riguroso negro y de pie recibió uno a uno a los amigos y conocidos que se acercaban. El torero correspondía con abrazos las muestras de dolor y consternación; mientras, a su izquierda, Rocío Carrasco se consolaba apoyada casi todo el tiempo en Fidel Albiac, mientras miraba el féretro presidido por una corona de flores blancas que mostraba la inscripción: «Hoy todo se nos fue de casa». Lo firmaba «tu marido, hijos y nietos».

Compañeros de profesión como María Dolores Pradera, Joan Manuel Serrat, José Luis Perales, Luis Cobos, Sara Montie, Concha Velasco, Marta Sánchez, Rosario Flores, Pedro Almodóvar, Bibiana Fernández, Carmen Sevilla, Marujita Díaz, Massie, Rossy de Palma, Loles León, José Mercé, Joaquín Cortés, Norma Duva, Rosario, Carmen Flores y Pastora Soler no dudaron en ser de los primeros en acercarse a abrazar a la familia. Pero hubo muchos más.

El mundo del toro estuvo también muy presente con las figuras de Julio Aparicio, Rafa Camino, Víctor Janeiro, Cayetano Ribera Ordóñez, El Cordobés, Oscar Higares, Espartaco y Miguel Abellán, así como deportistas como Àngel Nieto o personajes de la «farándula» como Belén Esteban o Raquel Mosquera, la viuda de Pedro Carrasco, que besó, muy emocionada, a Rocío Carrasco, fruto del matrimonio de la cantante y el boxeador.

Además de «gran amiga, madre y esposa», fueron numerosos los calificativos con los que sus más allegados destacaron el gran talento y la arrolladora energía de Rocío. Desde «la voz más grande de España» o «símbolo de la cultura popular» y «ejemplo de arte, vida y profesión» a «una de las estrellas más grandes del siglo XX español» y por supuesto, «la más grande», se sucedieron durante todo el día.

La pérdida de Rocío Jurado traspasó fronteras. Desde el otro lado del Atlántico, los medios de comunicación de Miami, periódicos y emisoras de Florida dedicaron un amplio despliegue a la noticia. En ellos, productores como Emilio Estefan no dudaban en destacar la carrera de Rocío Jurado.

Si Madrid se rendía al sufrimiento por la muerte cantante, los caminos del Rocío se vistieron también de luto, y las hermandades que peregrinan hacia la aldea almonteña lloraron la pérdida de una de sus asiduas. Hoy, el duelo continua. Chipiona, la localidad que la vió nacer, acogerá con calor sus restos mortales para que por fin descansen en paz. Durante el día de ayer, claveles rojos y crespones negros ya colgaban de su casa natal y por la noche miles de vecinos esperaban la llegada de su hija más internacional en su querido santuario de la Virgen de Regla. Entre ellas, entre las primeras en llegar, Isabel Pantoja, su eterna rival en los escenarios y «amiga en la vida personal». Nadie, nadie falló a la gran Rocío Jurado.