Los miembros del coro, durante un ensayo realizado el pasado sábado en La Misericórdia.

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L.MOYÀ

Harén del pachá Selim, en Turquía, época indeterminada. Belmonte observa la mansión desde fuera para saber si allí se encuentra su amada Constanza, que ha sido raptada por Selim. Así empieza «El rapte del serrall», de Mozart, ópera que se representará mañana y el sábado 1 de julio en el patio de La Misericòrdia. Con esta obra, la Fundació Teatre Principal conmemorará el 250 aniversario del nacimiento del compositor austriaco. Desde la semana pasada, los solistas se encuentran en Palma ensayando la obra, estrenada el 16 de julio de 1782 en el Burgtheater de Viena. La nueva producción del Teatre Principal, incluida dentro de la XX Temporada d'Òpera, estará protagonizada por Milagros Poblador (Constanza), David Alegret (Belmonte), Silvia Colombini (Blonde), Herwig Pecoraro (Pedrillo), Kurt Rydl (Osmin) y Franz Robert Wagner (Selim). «El rapte del serrall» también contará con la participación de la Orquestra Simfònica de les Illes Balears y el Cor de la Fundació Teatre Principal. La dirección musical ha recaído en Bruno Dal Bon y, la escénica, en el propio Kurt Rydl.

Para Francesc Bonnín, director del coro y encargado de la Temporada, «El rapte del serrall» es «una ópera vocalmente muy difícil para los solistas». «Los dos tenores y las dos sopranos tienen papeles muy complicados». La obra es un singspie, es decir, los diálogos se combinan con la música aunque, en esta ocasión, se han sustituido los largos textos de la versión original por una narradora, papel que ha recaído en la actriz Assun Planas. Ella se encargará de explicar a los espectadores la trama en catalán. «El coro tiene un pequeño papel, con sólo dos salidas triunfantes». Los solistas, en cambio, tienen un doble esfuerzo, ya que deben «actuar mucho».

«El rapte del serrall» fue uno de los primeros grandes éxitos populares de Mozart, a pesar del frío recibimiento que le dio el público que asistió al estreno. El emperador José II de Austria resumió la fría acogida por parte de los presentes con la frase: «Demasiado hermoso para nuestros oídos, mi querido Mozart, y hay demasiadas notas». Con el tiempo, sin embargo, logró obtener relevancia fuera del territorio germánico.