Dorothy Williams (Meritxell Huertas), Jordi Milán y Glenda MacPherson (Ota Vallès

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LAURA MOYÀ

Dorothy Williams y Glenda MacPherson están excitadas. «Sabemos que en Mallorca encontraremos a mucha gente ansiosa por alcanzar la fama», afirman. Ellas se encargan del programa «Mummy, I wanna be famous», de la cadena británica CBN tv, que busca por toda Europa personas dispuestas a hacer cualquier cosa a cambio de salir por televisión. Del 22 de agosto al 3 de septiembre, se instalarán en el Auditòrium de Palma junto a La Cubana y su «Mamá, quiero ser famoso».

Williams y MacPherson saben que la Isla será «un auténtico filón para encontrar famosos». «En verano, Mallorca se llena de caras conocidas. Mucha gente quiere imitarlos, parecerse a ellos. Por eso nuestro programa tendrá éxito», asegura Williams. ¿Qué requisitos se necesitan para conseguir salir por televisión? «Acostarse con quien sea, mentir, decir que has salido con alguien mínimamente conocido». ¿Se requiere algún requisito artístico? «No hace falta ni cantar ni bailar, basta con estar dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguir captar a la audiencia, es decir, a los espectadores que están en su casa y deciden qué ver». ¿El morbo tira? «Sí. Todo el mundo se interesa por lo que hace el de al lado. A la gente le encanta el morbo y, cuanto más, mejor. En el fondo, nuestro programa ayuda a nuestros participantes a subir su autoestima. Es como una terapia, les ayuda a tener más ego».

Cuando Dorothy Williams (la actriz Meritxell Huertas) y Glenda MacPherson (Ota Vallès) se retiran, aparece Jordi Milán, director de «Mamá, quiero ser famoso». «En los años 60, cuando una joven decía que quería ser artista, la familia ponía el grito en el cielo debido a la mala fama que tenía. Ahora, la familia también se niega, pero porque ellos quieren ser famosos como la hija». Por eso el tema interesó a La Cubana, porque «hoy en día todos quieren salir en la televisión ya que, si no lo haces, no eres nadie». ¿Cómo hacer que el espectador se adentre en la trama? Haciéndole partícipe de la misma. «Convertimos el teatro en un plató de televisión al que acude el público para ver cómo un grupo de personajes hace lo impensable para alcanzar el éxito». No importa qué tipo de famoso se conseguirá ser, si no, sencillamente, lograrlo.

De esta manera, el espectador sale del teatro en el trasfondo del montaje tras haber pasado un buen rato pensando. Se ha reído, pero también se ha preguntado si lo que ha visto puede tener alguna coincidencia con su vida. «No es una crítica a la televisión y sí a las personas que nos enganchamos a la pequeña pantalla de forma consciente y somos incapaces de desengacharnos». A más morbo, más adicción. «Nos encanta que cada vez la gente haga cosas más inverosímiles, exigimos cosas más fuertes». Esta circunstancia puede llegar a ser «peligrosa» porque «la gente se despreocupa de lo realmente importante, que se camufla entre cotilleos y noticias banales».