Galeristas, artistas y políticos se dieron cita en la Fundació Miró.

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LAURA MOYÀ

Hace diez años, Palma empezaba una nueva aventura llamada Nit de l'Art. Nadie sabía si una ciudad no muy dada a grandes manifestaciones culturales sería capaz de resistir una noche dedicada al arte. Diez años después, este evento surgido de la mano de los galeristas sigue dando guerra, pero no sólo guerra, también se expande y se divide entre la parte oficial y la no oficial.

Probablemente, nunca debieron imaginarse, tanto la Associació Independent de Galeries d'Art de Balears (AIGAB) como Art Palma, actuales promotores de la iniciativa, que los múltiples espacios expositivos de Ciutat no asociados llegarían un día a aprovechar el tirón de la Nit de l'Art y a abrir sus puertas la misma noche. Consecuencia: más gente en la calle.

Aún así, todo evento que se precie debe contar con la parte más institucional, que ayer empezó por la mañana en la Fundació Pilar i Joan Miró con una comida y, por la tarde, en La Misericòrdia, donde las galerías de la Part Forana mostraban sus propuestas: Bennassar (Aina Cifre), Can Janer (Concha Vidal, Jordi Ayuso y Aina Vallespir), Marimón (Sitges Febrer), Centre d'Art la Real (Manuel Ros) y Centre Cultural Andratx (Lila Pocenaki y Javier Tapia). Allí se dieron cita Dolça Mulet, Francesc Fiol y Rogelio Araújo, responsables de cultura del Consell, del Govern y de Cort, respectivamente, que colaboran y apoyan la iniciativa.