La alcaldesa de Palma, Catalina Cirer, y el concejal de Cultura, Rogelio Araújo, viajarán próximamente a Iria Flavia, en Galicia, para visitar la sede de la Fundación Camilo José Cela. Allí serán recibidos por su director, Tomás Cavana, y por su presidenta, Marina Castaño, quienes les mostrarán al detalle las instalaciones culturales donde se concentra el legado del Premio Nobel de Literatura. De hecho, el concejal de Cultura comentó a este diario que «el Ayuntamiento no ve con malos ojos la posibilidad de que se abriera una extensión de la fundación en Palma». Como ya publicó este periódico el pasado día 14 de octubre, la viuda del premio Nobel siempre se ha mostrado abierta a que exista una extensión en Palma «porque sería cumplir la voluntad de mi esposo».
Araújo, quien aseguró que la visita respondía únicamente a una invitación realizada desde Galicia puesto que «las relaciones entre Cort y Marina Castaño son excelentes», comentó que el Govern balear, como patrón de la Fundación (con una aportación anual de 30.000 euros), siempre ha estado más implicado que el Ajuntament que, hasta ahora, se ha mantenido en un segundo plano, a pesar de las conversaciones informales que se mantuvieron entre Cirer y Castaño. Araújo también apuntó que este viaje será para que la alcaldesa conoza la Fundación.
Si las negociaciones prosperasen y finalmente se optara por abrir esta subsede en Palma, «el Ajuntament buscaría un equipamiento adecuado», explicaba ayer Araújo. Pese a ello, el concejal eliminó cualquier resquicio de duda de que ésta visita pudiera estar relacionada con la noticia publicada el pasado mes de octubre sobre la propuesta que había hecho el hijo del Nobel a Cort con el fin de alquilar las dos casas que tenía en Son Buit para hacer un centro de estudios sobre Camilo José Cela. Se trataría, según el concejal, de dos proyectos diferentes: por una parte, la subsede de la Fundación y, por otra, «existe el proyecto de un máster entre la Fundació Pilar i Joan Miró y la Universidad» que podría ir en las casas que hasta ahora habían habitado Cela Conde y su familia. Los objetos que ahora aportaría el hijo del escritor, después de las informaciones publicadas por este diario, no serían tales (se habló de estilográficas, de capells, de escritoras... en su momento) sino más bien de «documentos a nivel de archivo» a fin de que los investigadores pudieran trabajar con ellos y ya no se trataría, exactamente, de un centro de estudios sobre el Nobel.
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