Amigos y compañeros de profesión recordaron ayer al pintor John Ulbricht, fallecido en la madrugada del pasado jueves en Galilea, desde donde pintó el paisaje mallorquín con un visión única. Ulbricht había nacido en La Habana en 1926 y en 1954 se enamoró de Mallorca, cuando llegó con su esposa, la pintora Angela von Neumann, procedente de Estados Unidos. Bon Sosec acogerá mañana el velatorio de sus restos mortales de 9.00 a 13.00 horas. El pintor Jim Bird habló de «sus cuadros de temas isleños» y de su «interpretación del paisaje mallorquín». «Mis primeros recuerdos proceden de la época de sus grandes retratos, cuando pintó a escritores como Robert Graves». Su «concepción del espacio» procedía «de un profundo entendimiento del arte abstracto», dijo, mientras lamentaba su pérdida: «Era un gran amigo, lo voy a añorar mucho». Mallorca fue muy importante para él, según Bird: «Había vivido en grandes ciudades, pero aquí se sentía cómodo».
Otro amigo de Ulbricht fue Ellis Jacobson, quien destacó la faceta del fallecido como retratista. «Cuando vi por primera vez aquellos enormes cuadros me impactaron, tenían una técnica y una calidad maravillosa, me gustaron y quise conocerlo». Amigos desde entonces, siempre que se encontraban hablaban «de todo menos de arte, sobre todo de galeristas». Y del pasado comentó que «el grupo Es Deu des Teix [al que perteneció el fallecido] fue una revelación, la Isla veía por primera vez arte del siglo XX y John estaba ahí». «Cuando llegué a Mallorca, sus lienzos me sorprendieron, él pintaba a Neruda en tiempos de Franco, un gran logro», aseguró el pintor Jorge Pardo, para quien Ulbricht era «una persona entrañable, atenta, inteligente y simpática». «Ocupé su taller de la palmesana calle Brossa cuando se fue a Galilea y desde entonces, mantuvimos el contacto». Su forma de trabajar causó sorpresa en sus compañeros. «Su manera de importar la materia era un secreto para el panorama plástico balear de aquellos años».
Francesc Fio, conseller de Cultura del Govern, también recordó al pintor: «Ha sido una gran pérdida. Su peculiar manera de entender la pintura ha dejado una huella que permanecerá entre nosotros a lo largo del tiempo». Para el pintor Cándido Ballester, Ulbricht tenía un «sentido pánico de la naturaleza, amaba su entorno y lo traducía en esos cuadros llenos de luz en los que pintaba su paisaje interior a través del paisaje de sa Roqueta». Ahora «nos quedará su obra, pero es un triste consuelo», comentó con tristeza. El fotógrafo Joan Ramon Bonet conoció a Ulbricht «desde que llegó a Mallorca, en casa de mis padres, cuando yo era un niño, porque eran amigos de John y Angela». Bonet les describió como «muy entrañables y humanos», y respecto a la pintura de Ulbricht señaló: «Seguí la evolución desde su primera abstracción; recuerdo que un día mi padre trajo un cuadrito abstracto suyo que me marcó porque descubrí la abstracción; yo era un niño pequeño, pero el cuadro me impresionó, acostumbrado a ver otro tipo de pintura».
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