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F. MARÍ

«Un premio es siempre una alegría, sin embargo, el mejor premio es poder escribir, amar y sentirse amado». Con estas palabras el poeta menorquín Ponç Pons se refería al premio de la Crítica Catalana que le fue concedido ayer para su último trabajo, Nura (Quaderns Crema, 2006).

Este premio lo concede, desde 1956, La Asociación Española de Críticos Literarios a los mejores libros de poesía y narrativa en las distintas lenguas del Estado.

Este año los galardonados en lengua catalana han sido Ponç Pons en poesía y Eduard Márquez en narrativa por su libro La decisió de Brandes.

Dividido en seis partes y escrito en versos dodecasílabos, Nura es una especie de «oratorio» que el propio Ponç denomina réquiem, y desde el cual el poeta transmite un sentimiento de pérdida o dolor por un mundo que fue o que ya se encuentra en vías de extinción. «Nura es el nombre antiguo que daban los fenicios a Menorca y he utilizado este nombre porque me temo que mis referencias me llevan siempre a mi isla» explica.

A la hora de definir el contenido del poemario, el menorquín expone que Nura es «una reflexión sobre una serie de temas que pienso nos interesan y preocupan a todos: política, filosofía, teología, ecología, etc. Sin embargo, para mí es, sobre todo, un tratado de añoranza». Los críticos lo han definido como su libro más ideológico.