Porcel sostiene una fotografía de Llorenç Villalonga.

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CARLES DOMÈNEC| BARCELONA

La correspondencia entre los escritores Baltasar Porcel y Llorenç Villalonga se publicará a final de año. Escritas entre el 1957 y hasta poco antes de la muerte del autor de Mort de dama, en 1980, se trata de casi 400 cartas de Villalonga y unas 130 de Porcel. Edicions 62 ha contado con el apoyo de 36.000 euros por parte de la conselleria d'Educació i Cultura, y con la perseverancia del conseller Francesc Fiol. «Las cartas reflejan la vida cultural de Mallorca, las vidas catalana y española», comentó Porcel, quien destacó que «el mayor interés radica en que Villalonga expone su personalidad de una manera muy sincera». Esta franqueza justifica el título de Les passions ocultes. Correspondència i vida, que constará de dos partes: las misivas y unos estudios de la profesora Rosa Cabré. Porcel aseguró que «es un documento de gran importancia», y añadió que «no conozco en España otra correspondencia de esta talla».

Baltasar Porcel mantuvo que «como dice Rosa Cabré, la influencia que yo tuve sobre él fue mayor que la que él tuvo sobre mí», y aseguró que «no era de mi corriente a pesar de la gran relación que teníamos». Porcel relató que «le hice dar el premio Pla con Andrea Victrix, porque es una creación novelística de una cierta envergadura, aunque a mí no me interesa». La relación entre los dos escritores tiene un testamento excepcional en la novela El ángel rebelde, que Villalonga amplió posteriormente y publicó de nuevo con el título de Flo la Vigne (1974). En el prólogo, Porcel escribió que «Villalonga había deseado un hijo que no había tenido y yo carecía no de un padre, pero sí de un cobijo intelectual y moral; y de ahí surgió nuestra relación». Porcel ya anunciaba ahí la futura publicación de las cartas, que «articulan su extraordinario retrato interior», y apuntaba que «Villalonga sólo fue sincero camuflándose en la literatura, en la que casi tampoco se manifestó apasionadamente, excepto precisamente en El ángel rebelde».

Después de El ángel rebelde, hubo tres novelas más que plasmaron la relación entre los dos escritores: La Lulú, Lulú regina y La gran batuda. «Me sentí en algunos momentos traicionado por razones personales, pero nos guardamos una fidelidad durante toda la vida», aclaró Porcel. El escritor de Andratx precisó que «su plan era dejarme una herencia, que me casara en Palma con alguna chica de una familia de cierto nombre y seguir su modelo, pero eso a mí no me interesaba». El ángel voló y «siempre tuve muy claro que yo era de un pequeño mundo rural, aislado y pobre, lo que suponía mi debilidad, pero también mi fuerza». Un día de invierno de 1959, Villalonga entregó a Porcel el original de El ángel rebelde, que «consumí en una noche». Al día siguiente, el joven escritor enseñó el texto al poeta Bartomeu Fiol, quien aparece en la novela. Villalonga se enfadó mucho por el atrevimiento de Porcel, quien no ha releído desde entonces la narración. «Tampoco he releído las cartas, me fío de lo que dicen quienes las han leído», manifestó Porcel, quien anotó que «me interesan las críticas y los estudios sobre mí ya que tengo una parte pública de mi actividad, pero no los leo porque me incomodan y me enfrentan con un personaje fijado, cuando he sido toda la vida alguien que se hace y se deshace en marcha».