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LAURA MOYÀ

Ritch Miller fue un artista atormentado, tortuoso, introspectivo. Recaló en Mallorca de casualidad durante un viaje en el que pretendía descubrir si podía ser pintor. Lo fue, y todo gracias a la Isla, donde eclosionó artísticamente. Ahora, la conselleria de Cultura ha editado un libro que recoge su legado.

El volumen se incluye dentro de una colección que tiene como objetivo rendir homenaje a aquellos autores que convirtieron Mallorca en su estudio como Mati Klarwein y Domenico Gnoli, los primeros protagonistas. Miller fue uno de ellos. «El libro retrata a una persona que dejó una huella importante», según Toni Planas, coordinador del libro.

Para conocer mejor al artista, Planas se entrevistó con «aquellas personas que le conocieron». «La sorpresa fue que cada uno me ofreció una versión diferente». ¿Cómo completó la información para conocer al verdadero Miller? «Leyendo las cartas que enviaba a su familia y su dietario».