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MARGALIDA AMENGUAL Aunque la noche del anteayer sábado empezó suave, el cantante argentino Coti consiguió meterse al público de Felanitx en el bolsillo gracias a sus grandes éxitos. El Parc Municipal, recuperado del chaparrón de la noche anterior, estaba todavía vacío, pero el gentío se amontonó delante del escenario cuando, unos minutos más tarde de lo previsto, el músico, con una cazadora blanca y su guitarra acústica por bandera, saltó al escenario y desmenuzó uno de sus últimos singles, Mi espacio, con dos espectaculares solos de guitarra, obra de su amigo Ariel Rot.

Coti supo captar la atención del público con Antes que ver el sol, que sirvió de precedente de una larga lista de canciones de su nuevo disco, Gatos y palomas. Así, el argentino enseñó su lado más social entonando El Inmigrante, «canción que habla de toda esa gente que tiene que irse lejos de su país», en palabras del propio músico, y recordó su país natal con Buenos Aires. Aunque también demostró su parte más sensible con Las Horas, Últimamente y la Canción de adiós, ese «medio vals, mitad ranchera» que interpretó sólo encima del escenario, a modo de cantautor.

El músico demostró reflejos al introducir en sus canciones, varias veces y magistralmente, referencias a las Isla. «La historia de este viaje se repite, el Coti siempre vuelve a Mallorca...», espetó en medio de El baúl de los recuerdos. También hubo tiempo para recordar los temas hechos en colaboración con compañeros de profesión, como Nueces, que compuso junto a Ismael Serrano, para la banda sonora de una película. Aunque el momento más álgido llegó justo después de presentar a su banda de «músicos y amigos», cuando entonó, sin sus dos mexicanas Paulina Rubio y Julieta Venegas, su más famoso Nada fue un error, y Otra vez, ambos de su anterior trabajo, Esta mañana y otros cuentos. Sin duda, el público lo esperaba y, en ese momento, se demostró que el concierto había ido cogiendo el vuelo.