TW
0
C.DOMENEC x BARCELONA La escritora Maria Carme Roca (Barcelona, 1955) recurre en Les dones de Jaume I (L'esfera dels llibres) a la influencia que las mujeres tuvieron en el conquistador para reconstruir su vida. «Jaume I fue un gran seductor y un manipulador de las mujeres, un hombre cortés, atento y con una gran presencia», explicó la autora.

La historiadora y filóloga ha escrito solamente de las mujeres de las que se guardan pruebas de una relación con el monarca, como documentos de donaciones. «Seguro que debía tener alguna querida en Mallorca porque Jaume I era muy sensible a todas las mujeres bonitas», argumentó Roca, quien explicó que «a medida que envejecía fue haciéndose un viejo verde, con un interés creciente por las más damas jóvenes».

Para la escritora, «las mujeres de Jaume I forman parte del mito de conquistador de tierras pero también de corazones». Roca calificó al rey de «latin lover de la época», y desveló que «a medida que fue pasando el tiempo, fue conquistando menos tierras y más mujeres, que debía ser más agradable».

Relaciones
El libro incide en la repercusión que tuvieron las distintas relaciones en la vida del monarca, a partir de sus esposas legítimas, Leonor de Castilla, Violant de Hungría y Teresa Gil de Vidaure, y las amantes, entre las que destacaron Aurembiaix d'Urgell, Berenguera Alfonso y Sibil·la de Saga .

«En el siglo XIII, las mujeres habían ido perdiendo libertades ya que fue incorporándose el derecho romano que era más machista que el derecho de los godos». La autora declaró que «Jaume I, al principio, escogía damas de alta cuna, a los trece años lo casaron con una princesa y no podía ir a menos».

Maria Carme Roca manifestó que «se planteó casarse con la hija del rey de León, con la princesa Sancha, y habrían aislado a Castilla, pero prefirió conquistar Mallorca e ir hacia el Mediterráneo, que era más lógico». La historiadora destacó que «el monarca tenía 21 años cuando conquistó un reino en medio del mar con el que se ganó un gran prestigio en la cumbre de su juventud».

Roca también descubrió cómo el monarca se llegó a llamar Jaume: «Lo más normal habría sido que el rey se hubiera llamado Pere, como su padre, pero la madre no quería». «He acabado por quererme a Jaume I porque era una persona muy humana, con grandes virtudes y defectos, apasionado y valiente», indicó la estudiosa, quien aportó que «estuvo muy solo, huérfano de padre y madre, con una fuerte influencia de los templarios que lo educaron en Carcassonne, y debía tener una gran ilusión por hacer grandes cosas».