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CARLOS RUIZ Viejos tiempos resucitaron anoche en Porreres. La luna llena fue testigo del renacer de Extremoduro. Tras cuatro años sin tocar, el grupo extremeño volvió a deleitar a sus impacientes seguidores, que abarrotaron el parque N'Hevereta de la localidad mallorquina. Un escenario austero, sin muchos alardes, donde el único foco de atención fue la voz y guitarra de Robe y los suyos. Todo era como antaño, el mejor rock español en un ambiente coloreado por litros de cerveza y tabaco aliñado, en fin, el rollo de siempre. Clásicos como Deltoya o Golfa dieron inicio a un concierto que duró dos horas y donde se tocaron dos temas del próximo disco del grupo que verá la luz en septiembre.

Sucede que Robe se cansa de ser hombre pero nadie se cansa de Extremoduro. La genuina fórmula de rock transgresivo sigue dejando afónicas las gargantas de sus seguidores.

Extremo es ya leyenda viva del rock español. Cual dios pagano, como Jesucristo García, Robe repartió las enseñanzas a sus fieles y éstos las recibieron con fervor y exaltación. A fuego, Sucede, La vereda de la puerta de atrás, Ama, ama, ama y ensancha el alma, stanby o So payaso fueron algunos de los mandamientos de la Biblia de Extremoduro que se escucharon anoche. Todos querían más y cuando los focos comenzaban a desfallecer apareció de nuevo «el rey de Extremadura» en el escenario. No podía ser de otra forma, anoche no podían faltar temas como Puta o el himno del rock nacional, Salir. «Me acuerdo de vosotros», decía Robe al final del concierto. Extremo nunca muere. Bienvenidos de nuevo, la música os esperaba.