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JONAS CLIMENT

Tras una exitosa gira mundial de más de tres años, Mi soledad, del coreógrafo y bailador Joaquín Cortés, inicia su gira española. La primera cita será el próximo sábado 9 de agosto, a las 22.00, en el Coliseo Balear. El propio Cortés se presentó ayer en Palma con «fuerzas y ganas», tras una lesión que le obligó a aplazar sus actuaciones. Simpático, sencillo y profesional desveló algunas de las claves de su último montaje, en el que actuará «solo y sin descanso durante dos horas» en un escenario sin artificio. Con un vestuario diseñado por Jean Paul Gaultier e inspirado en «el abanico de colores de los gitanos del este», Cortés bailará tangos, bulerías y soleás acompañado por dieciséis músicos que interpretarán canciones de José y Antonio Carbonell y del propio bailador.

-Su espectáculo se llama Mi soledad. ¿Se siente solo?

-Todos nos hemos sentido solos en algún momento de nuestras vidas, pero Mi soledad no es un trabajo autobiográfico. No he tenido una vida dura o solitaria, sino todo lo contrario. Mi trabajo hace que viva rodeado de muchísima gente y viajo con ellos por todo el mundo, son como mi familia.

-La soledad es necesaria, ¿no?

-Es verdad y es una equivocación. La soledad es maravillosa conocerla. Con este espectáculo reflejo a una persona que en una habitación se enfrenta a sus miedos, inseguridades, al amor y al desamor, y a la vida en general. Aprender a convivir con la soledad es algo muy positivo porque te ayuda a conocerte a ti mismo.

-¿Cómo transcurre el montaje?

-En la primera parte intento plasmar esa soledad de forma más íntima. En la segunda, el espectáculo se convierte en una fiesta gitana y flamenca donde invito a que todo el mundo disfrute.

-En Mi soledad, ¿apuesta por el purismo o la diversidad?

-Incorporo la fusión y el mestizaje cultural. Son los rasgos propios de mi estilo, que creé hace mucho tiempo, y aún sigo por ese camino. Siempre he creído en un mundo sin fronteras y en fusionar culturas, porque al final todos somos iguales. Pero también incorporo la cuestión de los gitanos zíngaros o del Este. Son mis orígenes, mi cultura y me gusta hablar de ello.

-¿Cuál es el espíritu de los gitanos?

-Buscar la libertad. Querer ser libre como un ave. Poder asentarse hoy aquí y mañana allí. Tu techo es el cielo y tu tierra es el campo. Quizás yo no soy el gitano más indicado o el más nómada de todos. O quizás sí, porque no paro de viajar por todo el mundo.

-Como un nómada moderno.

-Sí, uno que viaja en avión en lugar de en carromato con buey.

-¿Baila por necesidad?

-Bailo porque me encanta y estoy enamorado de la danza. El día que no me motive subirme a un escenario lo dejaré de forma radical. Para mí este no es un trabajo, sino una manera de vivir, de sentir y comunicarme con el mundo.

-¿Le ayuda la danza a crecer como persona?

-Me aporta mucha disciplina. Es una profesión muy dura, que requiere que trabajes tu cuerpo y lo machaques. Hace que tengas más lesiones, pero te ayuda a descubrir y desarrollar tu cuerpo de una forma que el resto de personas no pueden hacer.

-¿Un cuerpo sano equivale a una mente sana?

-Con tu cuerpo te descubres y tu cerebro se vuelve más ágil. Al contrario que sentirte reprimido, la danza te permite explotar.

-¿Se transfiere entonces su vida personal a su arte?

-Intento separarlo, pero al final eres tú mismo. Ser el creador de este espectáculo hace que me exprese con mi cuerpo, mis ideas y mi vida. Al final se refleja la felicidad que puedas tener en tu vida.

-¿Es la danza una forma de volver a lo ancestral en un mundo altamente tecnológico?

-Hoy en día con las grandes producciones llevas pantallas y cosas así. Pero al final la magia del espectáculo es que todo el mundo quiere volver a lo natural, a la realidad y la esencia.