El Museu d'Arqueologia de Barcelona cuenta con cuatro salas con objetos valiosos de Balears procedentes de la intervención del Institut d'Estudis Catalans (IEC) entre 1915 y 1920. «El IEC quedó al servicio de Investigaciones Arqueológicas en el año 1916, con el apoyo de Puig i Cadafalch que quería crear un museo de arqueología y empezar las excavaciones en Catalunya, Pais Valencià y Balears», comentó Pere Izquierdo, director del museo.
Izquierdo especificó que «se tenía asumido un cierto concepto de país, que debía tener un museo que explicase el área mediterránea a pesar de ser un país sin estado».
La organización de las salas es la misma que la que se montó al final de la República. La sala 10 expone la cultura de las cuevas sobre los primeros pobladores de Balears en la era pretalayótica. En la 11 el visitante se encuentra «maquetas muy precisas que son de los años 20 y parte del trabajo del IEC», detalló el director.
En la siguiente habitación, desde la era talayótica a la cultura romana, destacan objetos de bronce, como unos cuernos del santuario de Son Mas en Llubí, un collar de oro de Pol·lèntia y diversas esculturas pequeñas. La cuarta sala incide en la Eivissa púnica, «la época en la que la isla irradia cultura a todas las costas mediterráneas y se convierte en la base desde la que los cartagineses comercian hacia todas partes», añadió el responsable del centro.
Por su parte, el primer director del Museu de Mallorca, Guillem Rosselló Bordoy, manifestó que «el IEC se lo llevó todo a Barcelona en un momento sin museo en la Isla».
El historiador recordó que «cuando se fundó el Museu Regional d'Artà, el excavador del IEC compró colecciones privadas que había en Mallorca, como la Col·lecció Planas que era la más importante, creada en el siglo XIX». El Museu d'Artà trató de evitar que las piezas se fueran a Barcelona antes de 1911 cuando «apareció la primera ley española de excavaciones», recalcó. «El excavador siguió comprando cosas como los bronces de Lloseta que están en el Museu de Barcelona».
«Cuando se creó en 1961 el Museu de Mallorca se intentó que los expolios no continuaran y que a través de venta no desapareciera este patrimonio cultural mallorquín». Roselló Bordoy denunció que «si tenemos un senador que se dedica a molestar por Madrid, podría hacer exactamente lo mismo por lo que está en Barcelona». El historiador calificó la actitud de los políticos de Mallorca de «dejadez que empieza con Joaquim Maria Bover en el siglo XIX, cuando decidió que como lo del Rei en Jaume estaba en mal estado, se fuera a Madrid».
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