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A. LARGO Después de la multitudinaria inauguración en la Nit de l'Art en el Casal Solleric, llega la calma. Jaume Simó Sabater i Garau (Maria de la Salut, 1972) analiza con tranquilidad su obra. Exili contextualiza el trabajo que ha desarrollado durante años y refleja los temas por los que se mueve el mallorquín. El conflicto en Europa, las víctimas, sus constantes viajes, sus raíces, la cultura popular o la confluencia de culturas marcan una década de profesión y una obra cada vez más madura.

El título de esta última muestra, que podrá visitarse hasta el próximo 9 de noviembre, también presenta su propio exilio personal y voluntario, que empieza con su marcha al País Vasco, donde se formó en la facultad de Bellas Artes. «Podría haber ido a estudiar a Barcelona, pero desde joven, por mi forma de entender la vida, tuve estas inquietudes de cara a la política. El conflicto vasco en los ochenta era un conflicto importante de pensamiento», explicó Jaume Simó Sabater.

Satisfecho por el resultado de Exilis, el artista comenta que más que una retrospectiva es, dada su juventud, «una reflexión a partir de piezas de diferentes años que se contextualizan las unas con las otras. Al final, ha sido un ejercicio para mí», comentó Simó Sabater, que viajará próximamente a Roma.

Sobre la política cultural de la Mallorca, Simó Sabater reconoce que «es ridículo que hoy no estemos dotados de unas estructuras básicas en cuestión de arte», y añadió que lo inconcebible es que «no haya una facultad de Bellas Artes cuando somos la ciudad de España que tiene el porcentaje más alto de galerías».