Materiales de Pol·lèntia, según entraron en el Museo de Mallorca, algunos en cestas.

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MARIANA DÍAZ

El futuro Museu Monogràfic de Pol·lèntia, que se construirá en Alcúdia en un solar de 6.483 metros cuadrados al lado del teatro romano, explicará cómo fue la vida en la ciudad romana en una dimensión distinta a la que ofrece el yacimiento. El museo se proyectará teniendo en cuenta que formará parte de un municipio con un importante patrimonio histórico cuya fuente de ingresos es la industria turística.

Antonio Domingo, arquitecto municipal, y Joana Maria Palou, directora del Museu de Mallorca, trabajan en un pre-proyecto que servirá de base a la redacción del proyecto arquitectónico y museológico definitivo. Ambos técnicos cumplen un encargo de la Comissió Técnica del Consorci de Pol·lèntia y se han comprometido a entregar un documento en Semana Santa.

Uno de los primeros puntos que deberán tener en cuenta los responsables políticos del museo será si este centro continuará dependiendo del Museu de Mallorca, «del que es sección», como ocurre con el de Muro, o si será un museo independiente «con un estatus jurídico y administrativo propio, pero ésa es una decisión política», apuntó Palou.

Palou y Domingo trabajan en estos momentos sobre lo que podríamos denominar la filosofía o el concepto de lo que deberá ser el centro, «planteando un museo hecho con sentido común y que, verdaderamente, sirva a la comunidad que lo sustentará y a los visitantes curiosos».

Respecto al plano arquitectónico, aún es pronto para los detalles. El arquitecto municipal resume su idea señalando que «será un edificio que permita funcionar desde un primer momento, pero que no renunciará a nada». «La meta puede ser una y el principio otro, pero aún es muy pronto para que le dé detalles», apostilla. Seguramente partirá de una sala diáfana de exposiciones «alrededor de la que crecerán el resto de los servicios».

En cuanto al contenido propiamente dicho, la directora del Museu de Mallorca añadió que «la idea que genera este museo es explicar a través de los materiales exhumados en el yacimiento, aunque quizás no exclusivamente, cómo era la vida en la ciudad romana «teniendo en cuenta lo que sabemos».

El museo contará al visitante «cómo fue la vida, la administración, las creencias, la muerte» cuando los romanos vivieron en la zona, atendiendo más al concepto antropológico que al arqueológico estricto.

Pero, además, deberá ser «inseparable de la investigación arqueológica que se vaya desarrollando año tras año». Por ello, el edificio contará con espacios para el estudio y la restauración de los materiales que vayan surgiendo de la excavación.

En cuanto a su integración en el entorno, además de la arquitectónica, se plantea que «se integre en la vida ciudadana y al revés». Por ejemplo, dice Palou, «puesto que el municipio tiene una de las mejores bibliotecas de Mallorca, un auditorio y muchos restaurantes», estos servicios ya no tendría que ofrecerlos específicamente el museo. Se trata de «sacar partido de los servicios existentes y especializarse al máximo en aquéllos que no se pueden dar en otro sitio; eso dinamiza a un museo porque hace que la gente se mueva».