Claudio Biern Boyd, junto a algunos de sus personajes televisivos más emblemáticos.

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JONAS CLIMENT

Toda una generación creció con series animadas como D'Artacán y los tres Mosqueperros, La vuelta al mundo de Willy Fog o David, el Gnomo. Éstas y muchas más fueron creadas por el considerado Walt Disney español, Claudio Biern Boyd. Nacido en Palma, el creativo sigue acumulando éxitos como presidente de los estudios BRB Internacional y Screen 21, fundadas por él mismo en Madrid y Barcelona, respectivamente. Su última aventura es la adaptación al musical de la serie que protagonizaba Willy Fog. El montaje estará en el Auditòrium de Palma del 26 al 29 de marzo.

-¿Cómo surgió la idea de llevar la serie a un escenario?

-El año pasado se cumplieron 25 años del estreno de la serie en Televisión Española y para celebrarlo decidimos hacer un musical, un formato del que estoy enamorado desde pequeño. La adaptación no fue tan difícil. Resultó más compleja la serie porque hicimos trece horas de guión a partir del libro de Julio Verne, que se lee en una tarde. Con el musical hemos tenido que ser fieles a la serie al cien por cien porque todo el mundo la ha visto y tiene una idea muy concreta de cómo son los personajes.

-¿Por qué cree que sus series marcaron tanto a toda una generación?

-La ventaja fue que partíamos de relatos clásicos muy conocidos, que yo leía de pequeño como los de Julio Verne o Alejandro Dumas. Han sido bestseller desde hace 100 ó 150 años. Lo que hicimos fue adaptarlo al lenguaje infantil y añadirle el colorido y la acción del dibujo animado y la música, que es muy importante y la prueba está en que la gente se sabe las canciones de La Vuelta al Mundo de Willy Fog o David, el Gnomo.

-Planificar una serie y dividirla en episodios debe de ser un rompecabezas.

-La vuelta al mundo de Willy Fog tuvo tanto éxito que todas las cadenas nos pidieron una segunda parte. Como ya habíamos llegado al desenlace del libro de Julio Verne tuvimos que adaptar otros dos relatos suyos, Viaje al centro de la Tierra y Veinte mil leguas de viaje submarino. A partir de ambas nació Willy Fog 2 y funcionó.

-Será porque cuando uno se engancha a una serie, los personajes se vuelven como amigos y no quiere despedirse de ellos.

-Sí, el público les coge tanto afecto que siempre pide más. El personaje de David, el Gnomo llega en el último episodio a los 400 años y se transforma en un árbol. Su historia había acabado, pero todas las cadenas nos pedían una segunda parte, así que tuvimos que hacerla con unos gnomos diferentes a los originales.

-Usted educó a muchos niños a través del entretenimiento.

-Tengo la filosofía de hacer series que puedo ver con mis hijos y no sentirme incómodo.

-¿Cree que hoy en día lo programación es adecuada para el público infantil?

-Es una verdadera barbaridad lo que están viendo nuestros hijos en horario protegido. Hay una normativa europea, pero la están vulnerando alegremente todas las cadenas de televisión.

-Antes de crear sus propias series hizo el merchandising de otras extranjeras como La Pantera Rosa o Los Picapiedra. ¿Qué aprendió?

-Las series de dibujos animados necesitan una inversión brutal y a muy a largo plazo porque se tarde de dos a tres años. Con los derechos de televisión no hay suficiente y hay que recurrir también a otro tipo de ingresos. Por eso, la serie tiene que estar muy orientada al merchandising. Todo tiene que funcionar bien, desde el diseño a las canciones.

-Usted escribía los guiones. ¿También dibujaba?

-No, no tengo ni idea de dibujar. Era muy buen estudiante y Dibujo era la única asignatura que suspendía en el colegio. Por suerte, siempre he estado rodeado de muy buenos dibujantes que me interpretan perfectamente.

-¿Cuántos dibujantes trabajaban en una serie de las suyas?

-Cuando se hacían a mano, unos 150.

-Eso habrá cambiado con la entrada de la tecnología en la animación. ¿Qué tal se ha adaptado?

-Con el 3D se puede conseguir mayor realismo. Ahora es más fácil animar cosas que antes eran costosísimas. Puedes hacer que el trigal del fondo se mueva, por ejemplo. También ha ayudado a hacer todo más rápido y con muchísima menos gente. Sin embargo, la creatividad sigue siendo imprescindible por mucha tecnología que uno tenga.

-¿Cómo pueden los productos españoles destacar en este mercado global?

-Tenemos dos grandes competidores: los japoneses, con el manga, y los americanos, que tienen grandes multinacionales y pueden vender a una cadena un lote de películas con una serie de dibujos animados como extra. Estamos siempre en inferioridad de condiciones y para competir tenemos que poner mucha creatividad, ilusión y espabilar mucho.