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CELIA HEREDIA

«A Camilo José Cela ni le gustaban los ordenadores ni las máquinas de escribir. Siempre escribía con una pluma que mojaba directamente del tintero». Así recordaba ayer su colaboradora Mercedes Juan al Nobel de Literatura después de haber trabajado en su biblioteca durante ocho años. Éste sólo fue uno de los cinco testimonios para la mesa redonda Camilo José Cela en Mallorca, que se celebró ayer en el Caixafòrum de Palma, dentro del Congreso Internacional 1959, De Collioure a Formentor. El evento finaliza hoy en el edificio Sa Riera de la Universitat.

Cela hizo de la Isla un reclamo para literatos del exilio. Y lo hizo organizando, a través de su revista literaria Papeles de Son Armadans, las Conversaciones Poéticas de Formentor y El primer Coloquio Internacional de Novela.

Pere A. Serra, presidente del Grup Serra, fue muy amigo del escritor y ayer le recordaba como un Cela divertido, inteligente y crítico; esta última, una faceta muy clara después de que Pere A. Serra leyese una entrevista que hizo al literato al poco tiempo de que éste se instalase en Mallorca. En ella hablaron del partidismo en el que, por aquel tiempo, se otorgaban los premios literarios o sobre cuál era la mayor virtud del escritor, una pregunta a la que éste contestó: «La objetividad»Â· Pere A. Serra sería la primera persona a la que Cela confesó su decisión de crear Papeles de Son Armadans, la voz para los escritores del exilio.

Fue en 1956 cuando se publicó el primer número de la revista literaria. En él aparecía un artículo de Gregorio Marañón, «el médico que más admiraba Camilo José Cela», apuntó el doctor Alfonso Ballesteros, quien recordó cómo surgió su amistad con el escritor de Iria Flavia, después de operarle. «Cela siempre alabó la profesión médica y sentía especial admiración por los antiguos médicos rurales, porque, según él 'los médicos de la ciudad eligen queridas muy llamativas'», recordó Ballesteros.

La medicina fue un tema poco recurrente en sus novelas, a pesar de que en 1934 se matriculara en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, carrera que abandonó al año siguiente. «Fue el primer doctor que sólo llegó a cursar un año de medicina», señaló Perfecto Cuadrado, refiriéndose a su título de doctor honoris causa por la Universitat de les Illes Balears. De su paso por esta universidad como catedrático de Filología y Letras, Cuadrado, en su calidad de alumno, le recordó «como un profesor con un carácter estrictamente académico que supo convertir la tediosa obligación académica en curiosidad sin límites, pasión y diversión».

Durante el encuentro también se habló de alguna de sus obras, en especial de Mazurca para dos muertos, de la que la profesora Carmen Ruiz hizo una reseña y definió «como una novela difícil de leer y que, hasta este momento, resumía toda su literatura».