En Camilo José Cela. Correspondencia con el exilio, la editorial Destino recoge la relación epistolar «de ida y vuelta» que el Nobel mantuvo con trece escritores españoles durante los años sesenta y setenta del pasado siglo. Estas cartas, unas mil, fueron escritas desde Mallorca y en su mayoría se refieren a la revista que el autor de La Colmena publicó desde la Isla, Papeles de Son Armadans, que fundó en 1956 y dirigió hasta el último número, el 276, que salió a la calle en 1979.
Así lo explicó a este diario el periodista y escritor Eduardo Chamorro, autor del prólogo y encargado de la edición, de la selección y recopilación de este millar de cartas cedidas para la elaboración del volumen por la Fundación Iria Flavia.
De «muy reveladora» califica Chamorro esta correspondencia, de la que se conservan las copias, tanto de las cartas que Cela enviaba a los escritores como de las que recibía de ellos. «Toda gira en torno a trabajos para Papeles...», dice.
En ella «se ven perfectamente los esfuerzos que hace Cela por evitar que la distancia del exilio se haga mayor y que la derrota termine por confundir la historia de España y la deje descuartizada», explica desde Madrid el prologuista e investigador de esta intensa relación de Cela con los autores que se habían ido tras el estallido de la Guerra Civil.
Chamorro apunta la preocupación del Nobel porque todos estos intelectuales no acabaran alejándose de la cultura española. De ahí el nacimiento de Papeles de Son Armadans, donde Cela les dio voz.
En una de estas misivas, el Nobel se confesaba a Américo Castro, que a la sazón se encontrada en Estados Unidos, como «paciente y cabezón» para alumbrar una publicación de la que, en palabras que escribió a Jorge Guillem, se consideraba un «honesto agitador intelectual en esta charca de ranas en que se está convirtiendo nuestra cultura».
María Zambrano, Rafael Alberti, Américo Castro, Jorge Guillem, Emilio Prados, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre, León Felipe, Corpus Barga, Ramon J. Sénder, Fernando Arrabal y Francisco Ayala son las voces del exilio en este intercambio epistolar, inédito en buena parte.
En el libro, cuenta Chamorro, también podemos encontrar alguna faceta de Cela no muy conocida por el público. «En el cruce de cartas de Cela con María Zambrano llama la atención lo sentimentales que resultan». Cuando le preguntamos si está hablando de algo más que de una amistad entre ambos, el investigador se limita a contestar que eran cartas «muy tiernas, afectuosas, lo que no sé en qué grado de cercanía».
Este tipo de correspondencia «añade una faceta más» a ese Cela poliédrico, señala Chamorro.
Camilo José Cela. Correspondencia con el exilio también contiene un texto de Jordi Amat en el que éste recoge unas palabras de Castilla del Pino sobre Papeles de Son Armadas. Este psiquiatra describió el nacimiento de la revista como «un destacado acto moral» y a la publicación como «un lugar para la literatura del exilio, un sitio para el escritor exiliado». Si la publicación pudo existir en un contexto tan adverso fue, escribe Amat, «gracias a la meticulosa tenacidad epistolar de Camilo José Cela». Este libro da buena cuenta de ello.
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