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ARNAU BUSQUETS Miles de fans sufrieron una especie de cataclismo interno cuando a finales de 2007 Amaia Montero anunció que abandonaba La Oreja de Van Gogh. Pasado el tiempo, el grupo donostiarra no se ha resentido de la pérdida de su 'voz original', y Montero puede estar contenta (y lo está) del éxito obtenido en solitario. «Tomé un gran riesgo y salió bien», resumió ayer Amaia, quien hoy ofrece un concierto en el Auditòrium de Palma para el que casi se han agotado las localidades.

Desenfadada, relajada y satisfecha de lo bien que le ha salido, se mostró encantada de regresar a una isla que ya ha visitado en varias ocasiones y en la que, según confesó, ha celebrado muchos cumpleaños. Hoy ofrecerá una actuación donde convivirán los temas de su disco de debut "que lleva su nombre" con canciones de la Oreja, combinando los 'singles' más conocidos con otros menos publicitados.

Buena relación
Cuando los periodistas empiezan a lanzar las inevitables preguntas sobre la relación con sus antiguos compañeros, la cantante cumple a la perfección con el discurso correcto. Habla de una «relación estupenda» que todavía se mantiene, y lo acompaña de una sonrisa sincera. Pero cuando alguien se atreve a sugerir una posible vuelta al grupo, Amaia Montero no deja lugar a dudas: «Pensar en volver sería un poco absurdo, ¡con el valor que le he echado a esto!», sentencia.

Según confesó, abandonar el grupo y crear este disco ha supuesto «un paso hacia la libertad». Con la ayuda de una grabadora, una guitarra y un piano empezaron a surgir unas canciones en las que se quiere mostrar «clara y directa». Poco a poco, en la casa de sus padres en Irún, empezó un proceso en el que dejó «fluir» la creatividad. «No soy muy cerebral a la hora de cantar y escribir. No sé componer con premeditación y alevosía, sólo saqué lo que llevaba dentro», afirmó.

Con una buena dosis de inspiración autobiográfica, creó canciones que siempre vuelven al amor, pero no sólo al de pareja. Así, hay un tema dedicado a su madre y otro a su padre. Éste, 407, lo ha grabado en italiano en un dueto con Tiziano Ferro, y lo lanzará a final de año.

Como lleva tantos años triunfando, cuesta recordar que sólo tiene 32 años. Una década en la industria musical le ha enseñado, entre otras cosas, a mostrarse amable, pero ventilar rápidamente las preguntas que no le agradan. «¿Qué querías mostrar en el disco?», le preguntaron ayer. «Si lo hubieras escuchado lo sabrías», contestó.

Como saben sus seguidores, unir sensibilidad y fuerza en su trabajo es uno de los fuertes de Amaia y así podrá verse esta noche.