A Gustavo le habrán dicho muchas veces eso de que 'nadie es profeta en su tierra', y no le queda más remedio que estar de acuerdo. El pintor "que nació en Cartagena pero ha vivido en Mallorca durante su infancia, juventud y madurez" pasa notablemente desapercibido en la Isla mientras triunfa en el extranjero. A partir de octubre, celebrará su 70º cumpleaños con una exposición en Berlín, en la sede de la radio-televisión RBB. Allí mostrará el «estilo optimista, en apariencia alegre, pero que también esconde crítica» de sus coloridos lienzos, y algunas esculturas.
Siendo veinteañero, comenzó pintando las tranquilas calles y casas mallorquinas. Posteriormente, hasta mediados de los 70, optó por convertir su obra en un auténtico alegato en contra del Franquismo. Sus coloridos lienzos eran una afilada herramienta de denuncia: «Yo provocaba, y empecé a tener miedo de los grupos de extrema derecha, que me amenazaban».
Ante tal panorama, se fue a Alemania, donde acabó viviendo dos décadas y es considerado como «el mayor pintor español contemporáneo» por algunos medios. En Berlín su pintura dejó en un segundo plano la ideología, ya que «allí me volví libre y loco», y se consolidó su «mezcla de surrealismo con pintura de protesta a base de personajes grotescos en situaciones absurdas». Sus cuadros, que tienen influencias tan dispares como Fellini o Manu Chao, dejan constancia de su pasado como cartelista, a base de vivaces composiciones sin volumen, «como plantillas». Gustavo confiesa haber llegado a mayor «intentando provocar la risa, y luchando por no ser adulto». Prueba de ello son los títulos de sus obras, como Hippie jubilado enseñando su libertad sexual a una señora postmarxista. En Berlín se reirán de nuevo en octubre. En Mallorca, tendremos que esperar.
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