Menudo paradigma: Raphael, icónico e inimitable, llegará a Palma el 8 de agosto para celebrar 50 años de carrera mientras proclama a los cuatro vientos las bondades de su eterna juventud profesional. En el Palma Arena, a las 22.00 horas, el artista repasará cinco décadas de trayectoria con un show de unas tres horas. Ayer, con la Catedral de Mallorca como «envidiable» telón de fondo, invitó a los mallorquines al espectáculo con un argumento así de sencillo: «Sólo les hace falta saber cuándo vengo. Y vendrán».
-¿No le da vértigo celebrar cinco décadas sobre el escenario?
-Se me han pasado volando. Sobre todo, porque soy una persona con vigencia, no un artista que viva del pasado. Me temo mucho que mi carrera va para muy largo, porque estoy lleno de proyectos que se hacen realidad muy deprisa.
-¿Cómo ha conseguido mantenerse en primer plano?
-Yo creo que estoy en uno de los momentos más álgidos de mi carrera. Este es el mejor porque no he perdido facultades y he vivido mucho. Tengo la fuerza de una persona joven y mi mente sabe cómo encauzar las cosas. Normalmente la mayoría de artistas están en horas bajas después de cincuenta años. Yo todo lo contrario.
-Usted se ha sabido relacionar bien con artistas 'de moda'...
-Y ellos conmigo. Eso te da idea de la juventud que llevo dentro. Yo les hablo de igual a igual, no estoy dándoles consejos porque no soy quién. Acabo de grabar con Dani Martín y hemos hecho una cosa fantástica.
-Usted se solía definir como hiperactivo. ¿A los 66 años todavía lo es?
-¡Todavía lo soy! La energía me la da la vida tan sana que llevo. También la ilusión de trabajar en lo que me gusta hacer, y encima que te sea reconocido. Para un hombre lo más importante en la vida es realizarse en aquello que ha soñado siempre. Y poder seguir haciendo cosas. ¡A mí que no me pongan ninguna valla, porque yo la saltaré!
-¿Cuándo cree que va a retirarse? ¿Se lo plantea?
-Está puesto en mi cabeza que un día, lejano, me iré. Yo soy un gran autocrítico mío. Yo sabré cuándo es el momento. Lo sabré antes que nadie, y nadie se dará cuenta. Simplemente desapareceré. Me iré de vacaciones larguísimas y punto. Es un milagro que yo esté como estoy. Como estoy trasplantado, es increíble la fuerza que me ha dado esto durante estos seis años. Es una fuerza con la que yo no contaba. A la gente le puede extrañar mi fuerza y mi ilusión, pero la gente tiene que acordarse de eso: yo, realmente, tengo muy pocos años; tengo los que llevo con mi hígado.
-Su carrera no sólo ha sido larga sino prolífica. ¿Se acuerda de todas sus canciones?
-Me confundo bastante con los años y tengo que ir a mis carpetas a mirarlo. Soy una persona con muy buena memoria. Pero son muchos discos: ¡93!
-¿Cómo ha cambiado su forma de trabajar del primero al último?
-Soy más pausado. Bueno, un poco más pausado. Y he aprendido mucho.
-Usted, Serrat, Sabina... ¿Los que más aguantan son los que más valen, o no tiene nada que ver?
-Los que más valen, no. Es una combinación: el que lo merece, que lo ha trabajado, lo ha mimado. El que vive para ello, y que si comete un error lo admite. Hay que ser fiel a uno mismo y hacer lo que te apetece, no lo que te mandan. Yo nunca he hecho lo que me han mandado, porque si no ya habría cambiado de estilo veinte veces.
-¿Qué querían que hiciera?
-Mira, a la gente que empieza tratan de conducirlos de la manera que les da la gana y, por eso, no hay gente que sobresalga. Porque no son ellos. Deben imponer su criterio, aunque sea malo. Entonces, si llegas a algún lado, eso será duradero. Tú no puedes andar cambiando con las modas, porque aparte de trabajoso sería bastante aburrido. Tienes la obligación de evolucionar, pero sobre tus cosas.
-¿Usted no compone, verdad?
-Yo tengo una teoría: yo habría compuesto, pero soy tremendamente exigente conmigo mismo, y no tengo la altura como compositor para hacer canciones. Prefiero que me las hagan los que saben.
-Hay canciones que habrá cantado miles de veces. ¿No le aburren?
-Si me aburre, la quito. Así de fácil.
-¿Ha quitado muchas?
-Sí. Pero al pasar un tiempo me apetece de nuevo volver a cantarlas. Por eso yo siempre estoy estrenando. Mis conciertos son la mitad de lo que la gente quiere que cante, y las que yo quiero cantar para que vean nuevos aires. Quedarse anclado en lo que hiciste una vez es espantoso. Hay que renovarse. No me voy a morir con las ganas de hacer algo.
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